AGENCIA
Sinaloa.- La costa de Sinaloa, uno de los pilares históricos de la producción pesquera del Pacífico mexicano, vive una paradoja bajo la política federal de la actual administración. Aunque las cifras oficiales reflejan aumentos en producción y liderazgo nacional en valor de mercado, la realidad operativa de la mayoría de las embarcaciones muestra un retroceso marcado por altos costos, falta de apoyos y abandono regulatorio.
Según registros del sector, Sinaloa cerró 2024 consolidado como líder nacional en valor de producción al alcanzar 14 mil 529 millones de pesos. En volumen de captura, también se observa un crecimiento significativo: De 347 mil 380 toneladas en 2018 a 468 mil 319 toneladas en 2024, lo que representa un incremento cercano al 35 por ciento (%) durante el ciclo de gobierno actual.
Sin embargo, detrás de estas cifras se esconde un escenario frágil y desigual. El repunte está concentrado en nichos específicos, principalmente en la pesca industrial de especies de alto valor, mientras que la flota de “escama” —sustento de miles de pescadores ribereños— enfrenta un deterioro estructural.
El caso del atún ilustra esta polarización: Pasó de 100 mil 283 toneladas en 2018 a 129 mil 197 en 2024, un aumento superior al 29% relacionado casi exclusivamente con grandes embarcaciones e industrias. En contraste, el camarón, pieza clave para la pesca ribereña y producto insignia de lagunas y mar abierto, apenas creció 5% entre 2023 y 2024, con resultados similares a los de hace seis años. A esto se suma la caída de la sardina —recurso fundamental para la industria de harinas— que registró un desplome del 18% en solo un año, de 126 mil 960 a 104 mil 054 toneladas.
El costo del combustible se ha convertido en una barrera asfixiante: el diésel representa hasta el 70% de los costos operativos de las 13 mil 44 embarcaciones activas en el estado. La eliminación de estímulos fiscales a los energéticos ha colocado a 42 mil 654 pescadores de Sinaloa en una desventaja competitiva frente a mercados internacionales, complicando su capacidad de exportación.
A ello se suma la falta de renovación de embarcaciones por la desaparición de programas federales y un rezago en la actualización del padrón de cooperativas, pescadores y unidades de trabajo desde 2023, lo que limita cualquier diseño de política pública efectiva.
En balance, aunque la 4T posicionó a Sinaloa como líder nacional en valor de producción, sectores clave del ecosistema pesquero operan al límite, fragmentados por la falta de apoyos, los altos costos energéticos y la ausencia de una regulación moderna. La estabilidad productiva, advierten especialistas del sector, se sostiene sobre una base debilitada que podría comprometer su futuro en el corto y mediano plazo.


