De la Redacción
El Buen Tono
Orizaba.- El cuarto punto del Decálogo municipal de Juan Manuel Diez Francos, que apela a la empatía y a “ponerse en los zapatos de los ciudadanos”, contrasta con una gestión marcada por decisiones unilaterales, obras innecesarias como el reencarpetado de la calle Real, opacidad en el uso de recursos y una relación distante con la ciudadanía.
La falta de empatía quedó evidenciada cuando trató mal a una vecina que reclamó la pavimentación de su calle, respondiendo que se fuera de la ciudad. Aunque afirmó que los servidores públicos deben privilegiar el bien general, benefició a empresarios cercanos con la obra del bulevar Belisario Domínguez.
Se han documentado encarpetados de mala calidad y obras sin planeación que afectaron a vecinos y comerciantes, sin sanciones ni explicaciones. En servicios básicos, los cortes prolongados de agua dejaron a colonias sin suministro, acompañados de una deficiente comunicación institucional.
También se usaron recursos para autopromoción, como el cuarto informe y la distribución de un libro del propio alcalde, sin transparentar costos. La narrativa de “primero los que más lo necesitan” se desmorona ante el abandono de colonias con rezagos históricos, mientras se priorizaron proyectos mediáticos como el techado de la calle Madero por 8 millones.
En seguridad, la militarización de la policía no mejoró la percepción ciudadana y persisten señalamientos de ineficacia. El cuarto punto del decálogo se reduce a una frase vacía ante una gestión centrada en autopromoción, no en empatía.


