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Hotel Belvédère: La joya alpina que hoy sobrevive como un símbolo del turismo suizo del siglo XX

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AGENCIA

Suiza.- A orillas del imponente glaciar del Ródano, en una curva del célebre Paso de Furka, se alza el abandonado Hotel Belvédère, una construcción que en su tiempo fue uno de los hoteles más emblemáticos de Suiza. Inaugurado en 1882 por el joven hotelero Josef Seiler, el hotel se convirtió en un destino codiciado por la élite europea, que solía hospedarse durante semanas cada verano para disfrutar del aire puro de la montaña y los majestuosos paisajes alpinos.

El esplendor del Hotel Belvédère coincidió con el auge del turismo suizo a principios del siglo XX, impulsado por la expansión de las líneas ferroviarias que facilitaron el acceso a los Alpes. Su ubicación estratégica en uno de los pasos montañosos más nevados del país lo convirtió en una parada obligada para los viajeros que cruzaban lentamente el Paso de Furka.

Sin embargo, el progreso que inicialmente favoreció su crecimiento terminó marcando su declive. En la década de 1960, con la llegada de automóviles más rápidos y potentes, los trayectos que antes requerían dos o tres días se acortaron a unas pocas horas. Los turistas ya no necesitaban pernoctar en la ruta, y la demanda de hospedaje en el hotel disminuyó drásticamente.

A pesar de mantenerse en pie por décadas, el Hotel Belvédère cerró sus puertas hace algunos años. Hoy, aunque ya no recibe huéspedes, su estructura envejecida se conserva como un testimonio tangible del esplendor pasado del turismo alpino suizo. Su fachada, que alguna vez ofreció abrigo a visitantes de todo el mundo, permanece como una postal melancólica en medio del espectacular paisaje montañoso.

El sitio continúa atrayendo a viajeros, fotógrafos y aventureros que recorren las sinuosas carreteras del Paso de Furka. Su historia recuerda la evolución de la industria turística y las transformaciones en las preferencias de los viajeros a lo largo del tiempo. El Hotel Belvédère no solo representa una era dorada, sino que también destaca la importancia de preservar el patrimonio cultural como parte de la memoria colectiva.

Aunque sus habitaciones estén vacías, el Hotel Belvédère sigue cautivando, no por sus servicios de lujo, sino por lo que simboliza: la grandeza de una época, la belleza de lo efímero y el legado que permanece.

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