


de la redacción
el buen tono
Orizaba.- Mientras el alcalde Juan Manuel Diez Franco se empeña en declarar que “no hay delitos”, los hechos demuestran lo contrario; la violencia se intensifica en Orizaba. La ciudad vive una crisis de seguridad que su administración no ha podido ni querido controlar. Las calles se han convertido en escenario de violencia, y las autoridades municipales parecen más interesadas en negar la realidad que en enfrentarla.
CRECE LA
VIOLENCIA
Este lunes, la violencia tocó una vez más a los orizabeños. En pleno centro de la ciudad, una comerciante fue atacada con un arma blanca por un indigente que intentó robar en su tienda de abarrotes.
El hecho revela un problema más profundo: la violencia crece y faltan estrategias efectivas para prevenir este tipo de agresiones. Vecinos exigen mayor vigilancia, pero las respuestas del gobierno municipal siguen siendo insuficientes.
La Fiscalía ha abierto una investigación, pero eso no devuelve la tranquilidad a una población que ya no cree en las promesas de seguridad. Mientras el alcalde insiste en su discurso de falsa normalidad, Orizaba clama por acciones concretas.
No basta con detener a los agresores después de los hechos; se necesita prevenir, atender las causas de la delincuencia y garantizar que la policía actúe con profesionalismo, no con arbitrariedades.
Es hora de que Juan Manuel Diez Franco deje de minimizar la inseguridad y asuma su responsabilidad. Orizaba merece un gobierno que proteja a su gente, no uno que oculte la verdad detrás de declaraciones complacientes.
La ciudadanía exige resultados, no excusas. La seguridad no es un privilegio, es un derecho, y hoy, en Orizaba, ese derecho está siendo vulnerado.


