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Joven descubre estafa en Airbnb por accidente

Superiberia

Recibí una llamada diez minutos antes de la hora que habíamos acordado para hacer el registro en el Airbnb. Estaba sentada en una cervecería a la vuelta del apartamento. Era el arrendador, que quería informarme que no sería posible que nos quedáramos ahí. El inquilino anterior había atascado el baño y estaba todo inundado, explicó. Después de disculparse, prometió que nos podríamos quedar en otra de las propiedades que administraba hasta que lograra encontrar un plomero.

Había viajado con dos amigos a Chicago con la idea de descansar y terminar bien el verano. Conseguimos boletos para asistir al Riot Fest, donde iban a tocar Blink-182 y Taking Back Sunday. El viaje había tenido un comienzo difícil, incluso antes de la llamada. Aproximadamente un mes antes, un primer anfitrión de Airbnb nos había cancelado, dejándonos con poco tiempo para buscar otra opción. Desesperada por encontrar algo, me topé con el Airbnb de una pareja: Becky y Andrew. La casa se veía medio básica en las fotos pero no estaba mal; sobre todo, teniendo en cuenta la escasez de tiempo. Tenía luz, era espaciosa y quedaba cerca del Metro.

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