En una votación dividida, la Comisión Permanente del Congreso de la Unión ratificó este miércoles a Juan Antonio Ferrer Aguilar como representante permanente de México ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), con sede en París. El nombramiento, propuesto por la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, recibió 24 votos a favor por parte de Morena y sus aliados, frente a ocho votos en contra de la oposición.
Ferrer, licenciado en Administración de Empresas por el Instituto Tecnológico de Villahermosa y con experiencia en el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), fue también director del desaparecido Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), una etapa de su trayectoria que continúa generando controversia.
Durante su toma de protesta, legisladores del PAN, como la senadora Lilly Téllez, criticaron duramente su designación. La legisladora acusó a Ferrer de ser presuntamente responsable del desabasto de medicamentos durante la pandemia de COVID-19, así como de desvíos de recursos federales cuando estuvo al frente del Insabi. “En lugar de mandarlo a la cárcel, lo mandan a París”, expresó Téllez en tribuna.
Las críticas también se sustentan en una investigación realizada por Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI), la cual señala que durante su gestión al frente del Insabi, Ferrer firmó un convenio de transferencia de más de 1,200 millones de pesos al gobierno de Tabasco, recursos que luego habrían beneficiado a la empresa Romedic, señalada por no cumplir normativas sanitarias y vinculada a Jorge Amílcar Olán Aparicio, cercano a Andy López Beltrán, hijo del expresidente Andrés Manuel López Obrador.
A pesar de las acusaciones, Juan Antonio Ferrer asumió el cargo con el respaldo del oficialismo. En sus primeras declaraciones, afirmó que su nueva responsabilidad será “promover el compromiso de México con la cultura, la educación y el desarrollo científico a nivel internacional”.
La designación de Ferrer, originario de Tabasco y con un historial mixto entre la gestión cultural y la administración de políticas públicas en salud, marca una nueva etapa en su carrera, ahora en la arena diplomática. El reto será representar al país en una institución de prestigio internacional, en medio de un contexto de críticas que aún resuenan desde su pasado en el sector salud.
