De la redacción
El Buen Tono
El papel de Jared Kushner como financiador dentro de la oferta de 108 mil millones de dólares presentada por Paramount para adquirir Warner Bros Discovery ha encendido las alarmas en el sector político y empresarial, pues su participación acerca directamente los intereses de la familia del presidente Donald Trump a una de las disputas mediáticas más grandes de los últimos años.
Paramount Skydance lanzó una oferta hostil con la que busca superar la propuesta de Netflix y consolidar un gigante del entretenimiento. La compañía afirmó que el financiamiento proviene de Affinity Partners —firma de inversión de Kushner—, además de fondos soberanos provenientes de Arabia Saudita, Catar y Abu Dabi, así como de L’imad Holding Co.
Aunque el presidente Trump declaró que no ha conversado con Kushner sobre el tema y que ni Netflix ni Paramount son “sus amigos”, un día antes aseguró que participaría en la decisión sobre la propuesta de adquisición por parte de Netflix de los activos de streaming de Warner Bros Discovery, lo que elevó el debate sobre posible influencia presidencial.
Ambos contendientes enfrentarán un duro escrutinio antimonopolio para determinar si alguna fusión afectaría a consumidores, competidores o proveedores. Esto deja al gobierno con un papel decisivo sobre quién terminará comprando finalmente Warner Bros Discovery, y convierte cualquier gesto del presidente en un punto de atención nacional.
Expertos en ética empresarial advierten que la participación indirecta de la familia del presidente representa un ejemplo claro de conflicto de intereses. Especialistas señalan que, aunque los mandatarios están exentos de la ley federal en esa materia, históricamente han evitado involucrarse en los negocios de sus familias para no comprometer la confianza pública.
Las dudas no son nuevas: Kushner ha recibido cuestionamientos por beneficios presuntamente derivados de la presidencia de su suegro. Además, Affinity Partners obtuvo un importante flujo de capital desde inversionistas de Medio Oriente el año pasado, en plena campaña de reelección de Trump.
Con el acuerdo ahora bajo revisión del Departamento de Justicia, la pugna por Warner Bros Discovery se ha transformado en un examen sobre los límites entre el poder político y los intereses económicos de una familia presidencial cuya influencia crece conforme avanzan las negociaciones.
