De la Redacción
El Buen Tono
Córdoba, Ver.- El último informe de gobierno llega en medio del escepticismo ciudadano, con una gestión marcada por la paradoja de los cuestionamientos nacionales y la realidad local de abandono.
Con un último informe de gobierno en puerta, la administración de Juan Martínez Flores se apresta a cerrar un ciclo que la ciudadanía evalúa con notable escepticismo e inconformidad. Lejos de concentrarse en resolver los urgentes problemas de infraestructura que aquejan a la ciudad, la administración municipal ha optado por acciones cosméticas, como el reciente e impopular balizamiento en el Centro, que no ha hecho más que generar caos vial y reflejar una alarmante desconexión con las necesidades reales de la población.
GOBIERNO DE FACHADA
Mientras el tráfico se colapsa por una obra percibida como intrascendente, en distintos puntos de la ciudad persisten condiciones peligrosas que han sido ignoradas de manera sistemática. En la calle 11, entre avenidas 1 y 3, así como en el tramo conocido como la “Calle mágica” de la avenida 4, los bloques de concreto están severamente desnivelados, provocando que los vehículos, incluyendo unidades de transporte público que transitan constantemente por ahí, “reboten” en un viaje incómodo y riesgoso. La misma situación se repite en la avenida 2, calles 7 y 9, donde el constante flujo de autobuses agrava el deterioro.
Otros puntos críticos evidencian la desatención. Frente al Super Ahorros, en la avenida 1 y calle 5, un bache de consideración se ha convertido en un obstáculo fijo para los conductores. Mientras tanto, en la Colonia Carranza, la negligencia se torna peligrosa: una coladera abierta lleva semanas sin la debida atención de Obras Públicas, Protección Civil o Hidrosistema, habiendo sido “solucionada” de manera provisional con la colocación de una llanta vieja, un parche indigno que simboliza el abandono de las colonias.
LAS CRÍTICAS EVALUACIONES
Esta realidad contrasta con las evaluaciones que circulan a nivel nacional. Un reporte de Arias Consultores sitúa a Juan Martínez Flores como el alcalde peor evaluado entre un grupo de alcaldes analizados, una calificación que parece encontrar su fundamento en la percepción local de abandono.


