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La Ciudad de México no se quiebra y menos se ahoga.

Superiberia

 

Miguel Ángel Mancera frunce el ceño y advierte que va a entregar una metrópoli que no se manchó de sangre frente a uno de los conflictos sociales más fuertes de la vida moderna de la capital del país: el plantón magisterial en el Zócalo hace cuatro años. Decisión cuyo costo pagó –asegura– con un muy alto porcentaje de rechazo de quienes lo habían elegido, pero de la que no se arrepiente, y con el tono del retintín de la propaganda electoral explica: Esto de la política, no se me da.

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