De la redacción
El Buen Tono
Orizaba.- En Orizaba la corrupción no se combate: se legitima desde el poder. El 13 de diciembre, el ayuntamiento otorgó el reconocimiento de ciudadano distinguido a Fernando Miranda Flores, investigador del INAH señalado por avalar obras que han dañado el centro histórico, en contradicción con su obligación de proteger el patrimonio cultural.
Lejos de vigilar y conservar, Miranda Flores ha aprobado sistemáticamente intervenciones que favorecen intereses políticos y privados, convirtiendo al INAH en una oficina de trámite para legalizar lo ilegal. Uno de los casos más graves es la intervención de un inmueble con más de 200 años en Norte 1 y Poniente 4, donde se construye un hotel propiedad de Laura González Valerio, señalada como la amante del alcalde Juan Manuel Diez Francos. Pese al valor histórico, la obra fue autorizada sin criterios públicos que justificaran la pérdida de su integridad arquitectónica.
El mismo patrón se repite con el techado de la calle Madero, criticado por especialistas y ciudadanos al introducir infraestructura incompatible con la arquitectura tradicional. Para justificarlo, el funcionario recurrió a tecnicismos administrativos, aun sabiendo que se violaba el decreto federal de monumentos históricos.
El reconocimiento fue entregado en el teatro Ignacio de la Llave durante un cabildo solemne, sin previo aviso a medios, como si se buscara evitar cuestionamientos. Además, Miranda Flores ni siquiera es originario de Orizaba, pues nació en Yurécuaro, Michoacán.
La Ley Federal sobre Monumentos obliga al INAH a proteger y conservar los inmuebles históricos y sanciona a quienes permitan obras que los dañen. En Orizaba, las autorizaciones de reconversiones y modificaciones contradicen estas disposiciones.
Más allá del reconocimiento, los hechos abren la puerta a responsabilidad administrativa por omisión y conflicto de intereses. La cercanía entre las autorizaciones del INAH y los proyectos municipales plantea dudas sobre la imparcialidad. El mensaje es claro: en Orizaba, quienes deberían defender la ley son premiados por facilitar su violación. La corrupción se institucionaliza y se aplaude.


