


París.- Nicolas Sarkozy tiene dos armas estratégicas para ocupar el terreno de la popularidad, tanto la más elitista como la más
proletaria: Carla Bruni y la tribuna presidencial del Paris Saint-Germain (PSG).
Para estar muy presente en la imaginería popular, durante todo el verano, el ex presidente dio la nota dejándose fotografiar conduciendo una moto, sin casco
y con su esposa luciendo su imponente figura. «Un hombre joven y
enamorado».
Para preparar su vuelta a la vida pública, la señora Sarkozy volvió a estar en primera línea, con una aparición de los esposos, sonrientes, a la entrada
de un teatro parisino. «Un poco de cultura no hace daño a nadie, por favor».
En marcha la operación «reconquista», anunciada su vuelta oficial a la escena pública, Sarkozy se sacó de la manga su segunda carta maestra. Tras una hora de larga entrevista en la primera cadena pública de televisión, la noche del domingo, el expresidente salió chutando hasta la tribuna presidencial del PSG, donde el equipo local jugaba contra el Olimpique de Lyon.
Del brazo de su esposa, Sarkozy da la nota «glamour». En la televisión pública, se presenta como hombre político que aspira a ser, de nuevo, el «líder natural» de todas las derechas no extremistas. En el palco presidencial del PSG, Sarkozy cultiva su imagen de «hombre de la calle».
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