

Este domingo, el corazón del catolicismo vivirá un momento histórico con la misa de inicio del pontificado de León XIV, el primer papa estadounidense, en una ceremonia cargada de simbolismo, tradición y presencia global. Más de 150 delegaciones internacionales y cerca de 200.000 fieles se darán cita en la plaza de San Pedro para presenciar este rito que marcará una nueva etapa para la Iglesia católica.
La jornada comenzará a las 9:15 hora local (07:15 GMT), cuando León XIV entre a la basílica vaticana para colocarse los paramentos litúrgicos en la sacristía junto a la escultura de La Piedad, de Miguel Ángel. A las 9:30, en una basílica aún vacía, descenderá a la cripta donde reposan los restos de san Pedro, acompañado por patriarcas y arzobispos de las Iglesias orientales, para una oración solemne.
Desde allí, dará inicio una procesión cargada de símbolos: el palio, la estola que representa a Cristo llevando la oveja perdida, y el anillo del Pescador, grabado con la imagen de san Pedro y sus redes, serán llevados desde la cripta hasta el altar principal de la plaza de San Pedro, mientras suena el tradicional Laudes Regiae.
Una vez en la plaza, el papa incensará el altar y tomará asiento para recibir los símbolos que marcan oficialmente el inicio de su pontificado. El cardenal protodiácono Dominique Manberti, quien anunció al mundo el nombramiento de León XIV el pasado 8 de mayo, le impondrá el palio. Posteriormente, el decano del colegio cardenalicio, Giovanni Battista Re, le entregará el anillo del Pescador, que lo acompañará hasta su fallecimiento o eventual renuncia.
Seis cardenales, en nombre de los 252 que conforman el Colegio Cardenalicio, jurarán obediencia al nuevo pontífice en uno de los actos más representativos de la comunión eclesiástica.
Antes de la misa, el nuevo papa recorrerá por primera vez en el papamóvil la plaza y calles adyacentes, en un primer saludo directo a los fieles. Este gesto, ya tradicional, representa el contacto cercano del pontífice con el pueblo, en contraste con el ceremonial litúrgico.
La ceremonia, reformada tras el Concilio Vaticano II —cuando se abolió el uso de la tiara papal en tiempos de Pablo VI—, mantiene elementos esenciales del poder espiritual del papa y fortalece los lazos con las diversas iglesias católicas del mundo.
Al finalizar la misa, León XIV saludará personalmente a los representantes de las delegaciones internacionales en el interior de la basílica, un gesto que marcará el inicio de las nuevas relaciones diplomáticas del papado.
Con este acto, el Vaticano no solo da la bienvenida a un nuevo líder espiritual, sino que también abre una nueva página en su historia política y religiosa, en la voz y visión de un papa que, desde América, asumirá la conducción de la Iglesia universal.
