

Sandra González
El Buen Tono
Orizaba.- Aunque con menor concurrencia que en otras fechas, este domingo 15 de junio, el panteón municipal Juan de la Luz Enríquez recibió la visita de familias que, pese al frío y la llovizna ocasional, no dejaron pasar el Día del Padre sin recordar a quienes ahora habitan en la memoria y el corazón.
Con flores frescas, arreglos de rosas y hasta los platillos favoritos de aquellos que ya partieron, madres, hijos y nietos llegaron al camposanto para felicitar a papá, aunque ya no esté físicamente con ellos. Algunos llevaron cigarros, refrescos, pan dulce, o un buen café negro, de ese que tanto disfrutaba el viejo en vida. Otros optaron por sentarse un rato junto a la tumba y platicar, como si el tiempo nunca se hubiera detenido.
No sólo a los padres se les recordó: también los abuelos recibieron visitas, oraciones y hasta serenatas discretas en forma de susurros, como quien no quiere interrumpir la calma del lugar.
A diferencia del Día de las Madres, cuando el panteón se llena de colores, vendedores ambulantes y música, esta jornada fue más íntima, pero no menos significativa. Algunas tumbas ya mostraban señales de haber sido visitadas días antes: flores frescas, veladoras encendidas y arreglos recientes.
Un silencio respetuoso envolvía todo el espacio, apenas roto por el murmullo de los asistentes y el roce de las ramas con el viento.
Ni el cielo nublado ni las gotas de lluvia impidieron que los orizabeños se hicieran presentes porque para muchos, este día no es de fiesta, sino de recuerdo; no es de regalos, sino de gratitud hacia los padres que están en el cielo.
