

De la Redacción
El Buen Tono
Córdoba, Ver. – Mientras el municipio ha fracasado en resolver el problema de los baches, una silenciosa economía de la necesidad ha florecido en las grietas del asfalto.
Las calles de Córdoba siguen siendo un mapa del desgaste y de cicatrices urbanas, herencia de décadas de negligencia y de una administración —la de Juan Martínez— que prometió pavimento y dejó promesas rotas.
Sobre la carretera al Barreal, una cuadrilla improvisada trabaja con palas y mezcla rudimentaria. Delfino Pérez relata cómo realizan esta faena:
“No estamos en un solo lado, siempre buscamos las calles que están un poco más deterioradas.”
Su herramienta: la observación diaria.
Su plan: moverse por zonas olvidadas cada semana.
Su motivación: “Con esto nos ayudamos, ayudamos a nuestra familia.”
Estos reparadores informales operan en un vacío de poder: sin contratos, sin inspección municipal, pero con un sentido de sobrevivencia que avergüenza al Ayuntamiento.
