in

Maduro enfrenta su crisis más severa sin el respaldo sólido de Rusia y China

PUBLICIDAD publicidad PUBLICIDAD

AGENCIA

Internacional.- La relación estratégica que Hugo Chávez construyó desde 1999 con Rusia y China, diseñada para impulsar un mundo multipolar y contrarrestar la influencia de Estados Unidos, parece haber llegado a su punto de mayor desgaste. A diferencia de la crisis de 2019, cuando ambas potencias respaldaron de manera económica, diplomática e incluso militar a Nicolás Maduro, hoy el mandatario venezolano encara su desafío más crítico prácticamente en solitario.

Maduro enfrenta un escenario tenso, luego de que el gobierno de Donald Trump desplegara 15 mil soldados y parte de la flota naval estadounidense en el Caribe bajo el argumento de combatir el narcotráfico, movimiento que analistas consideran una presión directa para provocar un cambio de régimen. Sin embargo, ni Moscú ni Pekín han dado señales de repetir el respaldo firme que ofrecieron en el pasado.

China y Rusia se limitaron en días recientes a mensajes diplomáticos de “calma”, “diálogo” y rechazo a la injerencia extranjera. A pesar de que el gobierno venezolano solicitó ayuda para mejorar capacidades militares y reparar armamento, la respuesta ha sido distante. Voceros rusos declararon solidaridad con Caracas, pero sin compromisos concretos, mientras que China mantuvo su postura de apoyo a la “soberanía” sin hacer mención a nuevos acuerdos.

Expertos como Fernando Reyes Matta, analista y exembajador de Chile en China, aseguran que los apoyos reales ya no están sobre la mesa. La guerra en Ucrania ha drenado recursos y atención del Kremlin, mientras que Pekín evita poner en riesgo las negociaciones comerciales con Washington. Los costos de apoyar a Maduro superan los beneficios, en un contexto donde Venezuela ya no representa una prioridad geopolítica para ninguno de los dos.

La ruptura del viejo esquema de apoyo quedó marcada también por el colapso económico venezolano y la reducción acelerada del financiamiento chino. Tras haber sido el principal receptor de préstamos chinos en la región -entre 50 mil y 60 mil millones de dólares-, hoy Caracas enfrenta un respaldo mínimo, enfocado solo en recuperar lo ya prestado. Analistas sostienen que China prefiere no comprometerse con un gobierno cuyo futuro luce frágil, y prefiere mantener canales abiertos con un eventual nuevo liderazgo.

Los resultados electorales de julio pasado, cuestionados por irregularidades y acusaciones de fraude, fortalecieron la percepción internacional de debilidad del gobierno de Maduro. La oposición presentó actas que daban la victoria a Edmundo González, mientras que el Consejo Nacional Electoral proclamó al actual presidente sin transparentar datos detallados, elevando las presiones internas y externas.

El aislamiento diplomático se suma a la presión estadounidense. Trump, que ha insistido en señalar a Maduro como líder del supuesto Cartel de los Soles -organización recientemente catalogada como terrorista-, mantiene la línea dura contra el régimen venezolano.

Esta vez, advierten los especialistas, sin la capacidad financiera de China ni el músculo militar de Rusia detrás, la permanencia de Maduro dependerá más de su margen interno de control y resistencia, y de hasta dónde quiera escalar Washington su ofensiva política y estratégica en la región. Su futuro, por primera vez en más de dos décadas, se perfila sin el blindaje internacional que marcó el chavismo desde sus inicios.

CANAL OFICIAL PUBLICIDAD

Impacta autobús a motociclista en Orizaba; Una persona lesionada

Rescatan a 11 alpinistas atrapados a 5,600 metros en el Pico de Orizaba