Agencias
México.- El senador veracruzano Miguel Ángel Yunes Márquez protagonizó un nuevo episodio polémico en el Senado, desviando su intervención sobre la prohibición de los vapeadores para lanzar ataques directos contra legisladores panistas, a quienes calificó de “miserables”, mientras ignoraba de manera insistente las indicaciones de la presidenta de la Mesa Directiva, Laura Itzel Castillo, quien finalmente mandó apagar su micrófono.
El político, que ha transitado del PAN a Morena para garantizar la mayoría calificada en la aprobación de la reforma judicial, aprovechó la tribuna para defender su voto histórico y criticar a quienes lo cuestionan, como Marko Cortés Mendoza, señalando que los Yunes le dieron siete millones de votos al PAN durante 20 años y fortalecieron al partido en Veracruz. Sus ataques también incluyeron a Ricardo Anaya, a quien acusó de haberle pedido dinero mientras vivía en Estados Unidos.
Pero más allá de sus confrontaciones verbales, Yunes Márquez arrastra un historial marcado por polémicas y señalamientos de corrupción. Su padre Miguel Angel Yunes linares como gobernador de Veracruz, se registraron múltiples denuncias de desvío de recursos públicos, opacidad en contratos y favoritismo hacia familiares y allegados en la administración estatal, situaciones que nunca fueron plenamente esclarecidas. Su paso por la política veracruzana también estuvo marcado por enfrentamientos con medios de comunicación y líderes locales que lo acusaban de utilizar los recursos del estado para fortalecer su influencia política y proteger intereses familiares.
Su estilo confrontativo quedó de nuevo al descubierto en el Senado: mientras reclama lealtad y valora su contribución a Morena, Yunes ignora reglas básicas de protocolo y debate legislativo, mostrando que su prioridad sigue siendo proteger su imagen y su legado político, más que los temas que deberían ser discutidos en la tribuna.
La escena evidencia la manera en que los Yunes buscan consolidar su poder personal y político, utilizando ataques y acusaciones, mientras su historial de presunta corrupción y prácticas cuestionables continúa siendo recordado por críticos y adversarios. Su paso por el Senado y la política veracruzana confirma un patrón de confrontación, autopromoción y defensa de intereses privados por encima de la agenda pública.


