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Córdoba, Ver. — El prestigio del Club Campestre Cordobés atraviesa una de sus etapas más cuestionadas. Entre quejas por sueldos precarios, despidos injustificados y el controvertido “impuesto” del 10% que se descuenta a empleados sobre lo que generan, se suman ahora fuertes denuncias por presuntas prácticas de nepotismo que comprometen la transparencia de la actual administración.
Fuentes internas y testimonios de socios revelan que la decoración de áreas comunes y la organización de eventos especiales —como Día de Reyes, San Valentín, Día de las Madres, Halloween y Navidad— se han adjudicado de forma directa y sin licitación a una persona con estrecha relación sentimental con el presidente del Consejo Administrativo, miembro de la familia Becerra.
Los montos involucrados, calificados como “considerables” por personas cercanas a las finanzas del club, han encendido la inconformidad entre los socios, quienes ven en estas prácticas un claro conflicto de interés y un uso discrecional de los recursos.
“Esto no es un club privado, parece un negocio familiar disfrazado de institución”, expresó de manera reservada un socio inconforme. Los señalamientos apuntan a una administración más preocupada por favorecer a allegados que por mantener los principios de equidad, legalidad y responsabilidad que deberían regir una entidad de este tipo.
Con una creciente pérdida de credibilidad y un malestar generalizado, la dirigencia del Club Campestre Cordobés enfrenta el reto de responder públicamente y demostrar que sus decisiones no obedecen a intereses personales, antes de que la desconfianza termine por erosionar la imagen y el futuro de la institución.


