De la redacción
El Buen Tono
Orizaba, Ver.- Vivir en la llamada “ciudad modelo” se ha convertido en una paradoja para miles de orizabeños que enfrentan diariamente una realidad marcada por la falta de oportunidades, la precariedad laboral y el encarecimiento constante de la vida. Mientras el discurso oficial presume desarrollo, orden y atracción turística, la población local denuncia un entorno cada vez más clasista, excluyente y diseñado para beneficiar únicamente a una élite política y económica que ha concesionado prácticamente todo el territorio urbano para su propio beneficio.
“La verdad, casi no hay trabajo y los trabajos que hay son súper mal pagados”, es una frase que se repite entre los ciudadanos, quienes aseguran que la imagen de prosperidad que se difunde a nivel estatal y nacional es simplemente una fachada construida a base de publicidad institucional, obras cuestionables y una estrategia de marketing que esconde la marginación creciente del pueblo. Las rentas se disparan, los servicios básicos se encarecen y la posibilidad de superarse en la propia ciudad se desvanece para las nuevas generaciones.


