De la redacción
El Buen Tono
Naranjal.– La comunidad católica de Naranjal enfrenta indignación y desconfianza tras la salida del padre Delfino, luego de que feligreses descubrieran que la casa parroquial quedó prácticamente vacía y en condiciones deplorables, a pesar de que el sacerdote aseguraba públicamente haber dejado 25 mil pesos en fondos disponibles.
Según testimonios de encargados de capillas y vecinos, el sacerdote retiró desde utensilios de cocina hasta muebles, electrodomésticos y artículos básicos, dejando la vivienda parroquial con un aspecto cercano al de un inmueble abandonado. La camioneta de la parroquia, utilizada para tareas comunitarias, también se encontró en mal estado, sin mantenimiento reciente y prácticamente inutilizable.
La propia infraestructura de la casa parroquial presenta goteras, fisuras, humedad y daños estructurales evidentes, lo que ha despertado sospechas sobre la gestión del sacerdote, quien aparentemente solo asistía a oficiar misas y recaudar ingresos pastorales.
“Nos hizo creer que aquí dormía y rezaba… y parece que solo venía a pasar lista”, señaló un colaborador, refiriéndose a la contradicción entre el deterioro de la vivienda y los recursos recaudados. Al revisar la caja parroquial, los fieles confirmaron que los 25 mil pesos prometidos no estaban disponibles, generando alarma y frustración sobre el destino de los fondos.
Los feligreses han solicitado de manera urgente a la diócesis una investigación formal y una auditoría completa de la administración parroquial, argumentando que es injusto que la comunidad quede con un templo deteriorado, una casa en ruinas y un vehículo inservible mientras el sacerdote fue reubicado sin aclarar las irregularidades.
Entre mudanzas “milagrosas”, cajas vacías y camionetas desvalijadas, los fieles de Naranjal advierten de manera contundente que los bienes de la iglesia no son propiedad de un sacerdote, sino del pueblo, y exigen transparencia y rendición de cuentas.
