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PAN y PRD: tocados por el Pacto

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En contraste con las malas noticias en seguridad y en economía, en su primer informe el presidente Enrique Peña podrá presumir del Pacto por México como un logro compartido con el PAN y el PRD.

Y así como el gobierno necesita mantener este novedoso trato, la oposición está ingresando a una nueva fase en la que sus negociaciones con el poder determinan sus relaciones internas.

El cambio opera, tanto en el PAN como en el PRD, donde la disputa ahora es por la interlocución con el gobierno. Porque la fuerza de los partidos radica en su capacidad de negociación y no en su potencial desestabilizador.

Por eso en el caso de los panistas, después de que la Asamblea Extraordinaria del sábado anterior dejó al descubierto los frágiles compromisos de civilidad interna con el grupo del ex presidente Felipe Calderón, la cúpula partidista de Gustavo Madero y sus aliados decidieron cerrar filas para fortalecer su fuerza política frente a Peña.

En alusión a los gritos que hace una semana proyectaron una imagen de descontrol y pleito en el PAN, el coordinador de los diputados blanquiazules, Luis Alberto Villarreal García, figura clave en la estrategia de una eventual reelección del presidente panista, advirtió: “No lo vamos a tolerar y nos vamos a plantar”.

Y como la disputa por la dirigencia a inicios de 2014 se espera reñida con las eventuales postulaciones de la ex candidata presidencial Josefina Vázquez Mota y del senador Ernesto Cordero como la principal figura del calderonismo, entre la gente de Madero se habla del jefe de la bancada en San Lázaro como un plan B para garantizar la continuidad de ese grupo.

Para fortalecer su liderazgo ante los 114 diputados panistas, Villarreal García deberá resolver la designación del presidente de la Mesa Directiva en la Cámara, cargo que en el segundo año de la legislatura corresponderá al PAN.

Si bien el vicepresidente José González Morfín era considerado un prospecto natural para ese cargo, en el nuevo contexto le será adversa su cercanía con el calderonismo en el sexenio anterior y su actual perfil de diputado independiente —fue de los pocos que abiertamente se pronunció en contra de los nuevos estatutos.

El camino se abre para otros diputados: el queretano Ricardo Anaya, el veracruzano Juan

Bueno Torio, y la oaxaqueña Eufrosina Cruz, al frente de la Comisión de Asuntos Indígenas.

La futura presidencia de la Cámara en manos de un panista será crucial para la proyección del PAN, justo cuandoCordero terminará su encargo al frente del Senado.

Otra tarea pendiente de Villarreal García es la mala comunicación, un déficit que se arrastra desde el sexenio anterior y que el propio ex presidente Calderón admitió como su principal falla sexenal.

Y es que en San Lázaro son crecientes los reclamos de los diputados panistas por la ausencia de un plan de proyección en los medios.

Garantizar una conducción eficaz y sin tropiezos de la bancada blanquiazul en un año legislativo en el que habrán de aprobarse las reformas electoral, energética y fiscal, resulta determinante para el coordinador, convertido en uno de los principales cuadros políticos del maderismo.

De esa cohesión interna depende la fuerza del PAN en el Pacto, misma que esta semana se vio subrayada cuandoMadero y los cinco gobernadores panistas acudieron a una reunión privada a Los Pinos.

Y lo mismo sucede en el PRD, cuyo Consejo Nacional refrendó hace una semana el respaldo a su dirigente Jesús Zambrano para permanecer en el Pacto por México.

Esta ratificación desplazó las posturas radicales de René Bejarano y del ex alcalde capitalino Marcelo Ebrard, quienes pugnaron en alianza por volver a los tiempos en queAndrés Manuel López Obrador consiguió que el partido se negara a reconocer al gobierno.

Pero en este novedoso escenario político de acuerdos, Zambrano y Jesús Ortega, líderes del grupo hegemónico en el PRD, sumaron a su causa al jefe del Gobierno del Distrito Federal, Miguel Mancera, y a Alternativa Democrática Nacional (ADN), una corriente tradicionalmente colocada en el ala ultra del perredismo.

El hecho de haber conseguido ese aval en la antesala de la discusión petrolera representa un giro para esta fuerza política que apenas hace cinco años bloqueó físicamente la tribuna de San Lázaro para impedir el debate de la iniciativa correspondiente.

Puede ser que a la hora de los votos, los perredistas rechacen una eventual reforma energética que incluya la participación del capital privado.

Por lo pronto han decidido quedarse en el Pacto y en el Congreso a discutir el tema. De manera que Silvano Aureoles y Miguel Barbosa, coordinadores de los diputados y los senadores, están retados a superar los usos y costumbres de una izquierda contestataria.

Aún cuando la retórica suene como siempre, el cambio es significativo porque incluye —con Cuauhtémoc Cárdenas a la cabeza— el rechazo a la idea de pelear en las calles lo que se puede ganar en la mesa de negociación con el gobierno.

Si el gobierno de Peña consigue que esa definición se mantenga hasta la aprobación de la reforma energética, acudiremos a una nueva dinámica que obligará a las autoridades y a las fuerzas políticas a legitimarse a través de los acuerdos.

 

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