

Sandra González
El Buen Tono
Río Blanco.- En el festival del surrealismo gubernamental, Río Blanco se llevó la ovación de pie, aunque no haya dónde pararse, gracias a su novedosa estrategia urbana; es decir, dejar que el pasto se coma las banquetas.
Con el alcalde Ricardo Pérez García el municipio alcanzó niveles de abandono que provocan risa y preocupación entre los ciudadanos.
Durante un recorrido de El Buen Tono por las arterias, se constató que en varios tramos de la avenida Camino al Deportivo, a unos metros de la más importante del municipio que es Camino Nacional, las banquetas son inexistentes, están sepultadas bajo la maleza de meses.
Y si los pobladores pensaban que la falta de rampas para personas con discapacidad era un problema grave, aquí optaron por ir un paso más allá y eliminar de la ecuación toda infraestructura peatonal que pudiera existir.
Así, niños, mujeres, hombres y sobre todo personas adultas mayores, tienen que caminar sobre la orilla del asfalto, en pleno tráfico, como si se tratara de una prueba de supervivencia diaria.
Mientras en otros municipios la exigencia ciudadana es mayor accesibilidad, en Río Blanco pareciera que la consigna es “si no hay banquetas, tampoco hay que repararlas”. Una lógica impecable, desde la comodidad de una oficina municipal.
La holgazanería institucional pone en riesgo a los peatones, pero también habla del desprecio por el bienestar ciudadano.
Pero eso sí, seguramente en el próximo informe de gobierno se presumirá “mantenimiento de áreas verdes”, cortesía de la jungla que ahora adorna las aceras desaparecidas, manifestó un habitante, “nuestras calles son una vergüenza para todos”.
