Nadie es el mismo luego de haber participado en una guerra, ni vencedores ni mucho menos vencidos. El dolor de una madre por el hijo cuya vida le fue arrebatada es tan desgarrador de un lado como del otro.
La paz no llegó incluida con la creación del Estado de Israel. Por 66 años, Israel defiende su derecho a existir y lamentablemente así habrá de continuar. La vida independiente de Israel ha transcurrido entre el empeño de avanzar en la paz entremezclado con conflictos bélicos con sus vecinos árabes. Simplemente Israel no puede darse el lujo de la derrota, su sobrevivencia está de por medio.
Cuántos lectores se sorprenderán al enterarse que alrededor de 20% de la población de Israel está conformada por árabes israelíes, ciudadanos cuya lengua materna es árabe y cuya mayoría practica la religión musulmana, seguida por la cristiana y la drusa. El único país del Oriente Medio en que recientemente ha aumentado la religión cristiana es Israel. Los árabes israelíes tienen partidos políticos con parlamentarios elegidos, igualmente entre ellos hay médicos, profesionistas, jueces de la Suprema Corte, profesores o diplomáticos.
A partir de 2005, el interlocutor de Palestina con Israel ha sido Mahmoud Abbas, presidente de la Autoridad Nacional Palestina, representante del movimiento nacionalista Al Fatah. La otra fuerza política preponderante en Palestina es Hamas, organización yihadista, nacionalista e islámica cuyo objetivo primordial es establecer un Estado Islámico en Palestina que abarque Israel, Cisjordania y la Franja de Gaza, con capital en Jerusalén. Propósito fundacional de Hamas, declarado organización terrorista por la comunidad internacional, es la destrucción de Israel. Constantes colisiones entre Hamas y Fatah derivaron en 2006 en la llamada guerra civil Palestina —Wakseh— prolongada hasta 2012, firmando ambas partes un acuerdo de reconciliación. En la práctica Fatah controla Cisjordania y Hamas la Franja de Gaza.
Desde 2001, de Gaza hacia distintos puntos de Israel han sido lanzados aproximadamente 15 mil cohetes —más dos mil 700 en este último mes—. ¿Qué nación permitiría dicha provocación? Ya imagino a Estados Unidos soportando pasivamente el estallido de miles de cohetes en su territorio, lanzados desde México. A la vez, Hamas ha construido cientos de túneles subterráneos de más de 25 metros, bajo la superficie para infiltrarse desde Gaza a territorio israelí.
Digno de aunque usted no lo crea: Israel envía diariamente a Gaza camiones con toneladas de suministros, provisión de agua, electricidad y combustible. Israel recibe enfermos palestinos en sus hospitales, hace apenas unas semanas, la esposa del mismo Mahmoud Abbas fue operada en el hospital israelí Asuta.
Experiencias fallidas han mostrado que en tanto prevalezcan movimientos fundamentalistas —de ambos lados— dispuestos a sabotear todo acuerdo entre Israel y Palestina, el propósito más noble de ambas partes estará destinado al fracaso. El rencor original se minimiza ante el ánimo de venganza por un ser querido asesinado. La vecindad palestino-israelí no es optativa, eternizar odios y revanchas es condenar a futuras generaciones. Una reflexiva decisión de mutuo reconocimiento abriría un promisorio panorama de ganar ganar para ambas partes.
Judíos y palestinos a nivel individual han dado copiosas muestras de entendimiento y buena disposición. Comparto dos ejemplos: Neve Shalom o Wahat al–Salam —Oasis de Paz— es una comunidad situada entre Jerusalén y Tel Aviv, fundada en 1977 en donde conviven 50 familias judías y palestinas bajo la premisa de aceptación mutua, respeto y cooperación. El director de orquesta Daniel Barenboim y el intelectual Edward Said fundaron en 1999 la Orquesta West-Eastern, conformada por músicos de Israel y de territorios palestinos, expresión de convivencia, diálogo y reflexión.
¿Que de qué lado estoy? Estoy del lado de la vida, del lado de la paz, del lado del diálogo, del lado de la confraternidad, del lado del amor, del lado del estar.
Palestina tiene tanto derecho a ser como Israel a seguir siendo.
*Analista
jrubi80@hotmail.com
