


Tinta Ácida
El Buen Tono
Fortín, Ver.— Hace algunos días, un cachorro de apenas cinco meses fue encontrado en el parque de Fortín con un desarmador clavado en el cuello y una patita lastimada, como si lo hubieran pateado brutalmente. A pesar de la gravedad de la situación, el animal tuvo que ser rescatado y atendido gracias a la intervención de vecinos, pues el gobierno municipal de Gerardo Rosales no mostró ningún interés ni apoyo para atender este caso.
La administración de Rosales permanece pasiva ante la creciente ola de maltrato animal en Fortín. No se ha visto ninguna acción concreta para castigar a los responsables ni para prevenir estos actos crueles. La indiferencia del alcalde evidencia que no le importa la seguridad ni el bienestar de los animales, ni tampoco la imagen de su gobierno.
Mientras tanto, ciudadanos y activistas han tenido que tomar la responsabilidad que el ayuntamiento evita, realizando rescates y brindando cuidados con sus propios recursos. Esta omisión gubernamental deja claro que el maltrato sigue ocurriendo sin consecuencias, en un municipio donde la autoridad parece ausente.
Gerardo Rosales demuestra con hechos que la protección animal no es una prioridad para su administración. Mientras él ignora la problemática, los abusos continúan sin control ni sanción, dejando a los animales y a la ciudadanía a merced de la impunidad.
Tinta Ácida
El Buen Tono
Fortín, Ver.— Hace algunos días, un cachorro de apenas cinco meses fue encontrado en el parque de Fortín con un desarmador clavado en el cuello y una patita lastimada, como si lo hubieran pateado brutalmente. A pesar de la gravedad de la situación, el animal tuvo que ser rescatado y atendido gracias a la intervención de vecinos, pues el gobierno municipal de Gerardo Rosales no mostró ningún interés ni apoyo para atender este caso.
La administración de Rosales permanece pasiva ante la creciente ola de maltrato animal en Fortín. No se ha visto ninguna acción concreta para castigar a los responsables ni para prevenir estos actos crueles. La indiferencia del alcalde evidencia que no le importa la seguridad ni el bienestar de los animales, ni tampoco la imagen de su gobierno.
Mientras tanto, ciudadanos y activistas han tenido que tomar la responsabilidad que el ayuntamiento evita, realizando rescates y brindando cuidados con sus propios recursos. Esta omisión gubernamental deja claro que el maltrato sigue ocurriendo sin consecuencias, en un municipio donde la autoridad parece ausente.
Gerardo Rosales demuestra con hechos que la protección animal no es una prioridad para su administración. Mientras él ignora la problemática, los abusos continúan sin control ni sanción, dejando a los animales y a la ciudadanía a merced de la impunidad.


