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Petróleo pone en alerta la economía

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Estados Unidos.- México, el tercer productor de América, depende de sus exportaciones petroleras para su supervivencia económica. La más mínima variación en su precio tiene un efecto en cadena. Un 30% de los ingresos del Estado mexicano procede de este recurso y, aunque los seguros de cobertura funcionen como amortiguadores, una oscilación fuerte y sostenida en su base puede zarandear la economía en el momento crítico de su despegue.

Ante esta eventualidad, el Gobierno, aparte de multiplicar sus mensajes de tranquilidad, ha realizado un ejercicio de realismo y ha rebajado esta misma semana el precio estimado del barril a 79 dólares, tres menos que lo previsto en el presupuesto para el año próximo. 

 

La enmienda no es menor 

Si no se dulcifica con el tipo de cambio, esta bajada implica, según los expertos, reconocer casi 1.000 millones de dólares menos de ingresos para 2015. Un agujero nada despreciable en una economía que depende del gasto público para ponerse en pie y correr hacia su anhelada meta del crecimiento del 5 por ciento del PIB. La coyuntura internacional tampoco ayuda. 

Goldman Sachs ha pronosticado un descenso general del barril en 2015; la economía china, tradicional devoradora de crudo, se ha estancado; las reservas de Estados Unidos superan las previsiones, y la OPEP, pese a las presiones de Venezuela, ha decidido mantener su producción. En este cuadro de sobreabundancia petrolera es difícil imaginarse una recuperación estable de los precios.

“La única ventaja que puede tener la caída del petróleo es un mayor crecimiento de EU y, por lo tanto, una mejora de las exportaciones mexicanas, pero hay un riesgo claro para las finanzas públicas”, apunta Arnoldo López Marmolejo, economista principal de la división de análisis del BBVA-Bancomer.

El descenso en el precio del barril disuade la inversión extranjera justo en un momento en que México la necesita desesperadamente. En este escenario bajista, los ingresos estatales no son las únicas víctimas. La estocada alcanza un punto aún más sensible: la inversión extranjera. El descenso en el precio del barril disuade los proyectos de explotación de mayor costo y menor margen, justo en un momento en que México se abre al capital privado y los necesita desesperadamente. Es lo que el secretario de Energía mexicano, Joaquín Coldwelll, enfrascado en la atracción de capital foráneo, denomina “proceso de depuración”. “En el corto y medio plazo se observa un ambiente de volatilidad. La apertura del sector energético será dominada por aquellas compañías que tengan más fortalezas”, ha señalado Coldwell.

agencia

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