De la Redacción
El Buen Tono
Córdoba.- La “victoria” de candidato del crimen organizado representa apenas el 14.36% del padrón electoral total, una cifra risible para autoproclamarse “representante legítimo”. Un triunfo sin legitimidad, en medio del desprecio ciudadano.
Las cifras oficiales de las elecciones en Córdoba han confirmado lo que muchos temían: Manuel Alonso Cerezo, candidato respaldado por Morena y el Partido Verde, se alzó con el 44.71% de los votos contabilizados (23,705 sufragios). Detrás de este porcentaje se esconde una realidad grotesca: Siendo una participación vergonzosa, sólo el 32.5% del electorado votó (53,284 votos de 163,008 casillas contabilizadas). Es decir, dos de cada tres cordobeses prefirieron no votar o fueron víctimas de la desconfianza en el sistema.
Este no es un triunfo, es una burla: El candidato impugnado gobernará con el 14% del padrón electoral, pero actuará como si tuviera el respaldo del 100%.
Las instituciones legitiman a un candidato vinculado al crimen enviando el mensaje de que la ley es flexible para los poderosos.
La abstención masiva no es apatía, es un grito, la gente ya no cree en elecciones capturadas por intereses oscuros. Una cifra risible para autoproclamarse “representante legítimo”.
Además, si sumamos los votos no emitidos (111,789), los nulos (no especificados, pero históricamente altos en la entidad) y los votos por candidatos marginales, queda claro que el candidato impugnado y además ahora ilegítimo, no tiene respaldo mayoritario, sino resignación.
Es importante recordar que su nombre ha sido vinculado en múltiples ocasiones con redes de crimen organizado, algo que las instituciones electorales ignoraron convenientemente.
El OPLEVER (Organismo Público Local Electoral de Veracruz) declaró estos resultados como “preliminares”, pero la velocidad con que se validan triunfos cuestionables revela complicidad o negligencia.
Las instituciones, al validar su elección, no sólo legitiman a un candidato con vínculos al crimen, sino que envían un mensaje peligroso: la ley puede doblarse para quienes ostentan el poder.
La abstención masiva registrada en estas elecciones no fue un acto de indiferencia, sino un rechazo contundente hacia un sistema electoral capturado por intereses oscuros.
