Tinta Ácida
El Buen Tono
Orizaba.- La corrupción en la Policía Municipal de Orizaba sigue empeorando con la protección del alcalde Juan Manuel Diez, quien ha permitido que la seguridad pública se convierta en un espacio de abusos, encubrimientos y amenazas. A pesar de que la ciudadanía ha denunciado varias veces actos de extorsión, golpes y violencia cometidos por los propios policías, el presidente municipal no ha hecho nada. En lugar de sancionar a los responsables ha preferido cuidarlos y dejar que la impunidad siga siendo parte de su gobierno.
Desde hace meses, los testimonios han sido constantes: comerciantes golpeados, extorsionados, humillados. Policías que en vez de proteger han sembrado miedo en las calles del centro y colonias de Orizaba. Hay reportes, incluso, de oficiales denunciados formalmente por robo y abuso de autoridad. El alcalde ha preferido mirar hacia otro lado y mantener en el cargo a un jefe policiaco rodeado de señalamientos.
La muerte de la comerciante Verónica, quien fue atacada el pasado 28 de julio por un indigente y falleció el miércoles 6, se suma a esa cadena de hechos que reflejan una ciudad sin rumbo en materia de seguridad y atención social. Vecinos aseguraron que la falta de vigilancia y la nula reacción de las autoridades permitieron que el crimen se consumara sin oposición alguna.
Organizaciones civiles y vecinos de distintas zonas apuntan directamente al gobierno de Diez Francos por encubrir a una corporación señalada por corrupción. Las denuncias siguen, las víctimas aumentan, pero del otro lado del escritorio (donde se toman las decisiones) sólo hay silencio. Un silencio cómplice que se traduce en muertes. La población ya no espera explicaciones, exige que los policías corruptos sean sancionados como se debe. Siempre llegan tarde y, cuando aparecen, es sólo para revictimizar o intimidar a quienes denuncian.
