EL BUEN TONO
Poza Rica, Ver. — A casi un mes de la devastadora inundación que golpeó Poza Rica el pasado 10 de octubre, la ciudad aún exhibe las cicatrices de uno de los desastres más severos en su historia reciente. Las calles principales, especialmente en la zona ubicada detrás de la terminal de autobuses ADO, muestran el paso implacable del agua: vehículos abandonados, muros colapsados y montones de escombros que todavía esperan ser retirados.
Las lluvias torrenciales y el desbordamiento de los arroyos provocaron daños materiales incalculables, dejando a cientos de familias damnificadas. Aunque las autoridades municipales, junto con cuerpos de rescate y voluntarios, han realizado intensas jornadas de limpieza y rehabilitación, el proceso de recuperación avanza lentamente.
“Nos han apoyado con despensas y brigadas de limpieza, pero aún hay muchas calles sin reparar y viviendas inhabitables”, comenta María del Carmen, vecina de la colonia Petromex, una de las más afectadas.
El gobierno municipal informó que se mantiene activo el plan de reconstrucción de infraestructura urbana y viviendas, en coordinación con Protección Civil y dependencias estatales. No obstante, los esfuerzos se ven limitados por la magnitud del daño y los recursos disponibles.
A pesar del panorama adverso, la comunidad pozarricense se mantiene firme y solidaria. Organizaciones civiles continúan recolectando víveres, ropa y artículos de primera necesidad para las familias que aún no logran reponerse del todo.
Mientras la ciudad intenta recuperar su ritmo cotidiano, las imágenes de calles cubiertas de lodo y vehículos arrastrados por la corriente permanecen como un recordatorio de la fuerza de la naturaleza y de la urgencia de reforzar las medidas preventivas ante futuros fenómenos meteorológicos.
Poza Rica sigue de pie, pero con la mirada puesta en una reconstrucción que aún tiene un largo camino por recorrer.
