Con la llegada del otoño, los campos de la región comienzan a teñirse del característico color naranja de la flor de cempasúchil, marcando el inicio de la temporada de cosecha para los productores locales. Esta flor tradicional, fundamental para las celebraciones del Día de Muertos, representa para muchas familias no solo una herencia cultural, sino su principal sustento económico. Los agricultores, quienes han dedicado meses de cuidados a sus cultivos, se preparan ahora para recolectar la cosecha que durante todo el año han trabajado con esmero, conservando así una práctica que pasa de generación en generación.


