DE LA REDACCIÓN
EL BUEN TONO
Orizaba.– A pesar de que el alcalde Juan Manuel Díez Francos y su administración promueven al río Orizaba como un símbolo de orgullo ecológico tras supuestas labores de saneamiento, la realidad es otra: en varios tramos del paseo el cauce sigue recibiendo descargas de aguas negras y residuos sin control.
Vecinos y visitantes son testigos de la contaminación flagrante que el gobierno local pretende ocultar con discursos vacíos y campañas superficiales. Esta contradicción entre lo que se dice y lo que realmente ocurre refleja el abandono y la indiferencia de Díez Francos hacia uno de los recursos naturales más valiosos de la ciudad.
La contaminación no solo daña la imagen turística, sino que pone en peligro un ecosistema vital que abastece mantos freáticos y sostiene la biodiversidad local. En plena crisis climática, permitir estos vertimientos revela una irresponsabilidad mayúscula y una falta de compromiso grave que compromete la salud y el bienestar de la población.
El agua no es un simple adorno para paseos ni un escenario para la publicidad oficial. Es un recurso indispensable que requiere acciones concretas y transparentes, no promesas huecas ni discursos para la foto. El alcalde Díez Francos debe abandonar el doble discurso, asumir su responsabilidad y actuar con urgencia para frenar la contaminación del río Orizaba antes de que el daño sea irreversible.
