Laura A. García
El Buen Tono
Paso del Macho.- La creciente “ola” de robos de motocicletas en el municipio tiene en alerta a la población, que exige acciones a las autoridades municipales que preside Ángeles Vázquez Vázquez, ante la holgazanería para frenar el delito que se volvió una constante.
De acuerdo con datos recabados entre víctimas y denunciantes, en el municipio se registra el robo de una a dos motocicletas por semana, situación que se agravó en los últimos meses sin que exista un operativo efectivo para detener a los responsables.
Tan sólo en los últimos 15 días, dos personas interpusieron denuncias públicas y legales por el hurto de sus unidades, la más reciente ocurrida la noche del viernes pasado, sin que haya resultados hasta el momento, por parte de las autoridades.
Los afectados manifestaron que, pese a las múltiples quejas, la respuesta de la administración municipal es inexistente, lo que generó desconfianza de los ciudadanos.
“Ya es demasiado. Cada semana se roban motos, y aunque denunciamos, no pasa nada. A las autoridades les tiene sin cuidado”, denunció una de las víctimas a la que le robaron su vehículo.
Otro habitante, aseguró que los ladrones actúan con impunidad, incluso en zonas céntricas y en horarios vespertinos sin que nadie los detenga.
“No hay vigilancia ni operativos, y cuando denunciamos, sólo nos dan un folio y ahí queda todo”, lamentó.
Aunque el gobierno local prometió en varias ocasiones reforzar la seguridad, los hechos demuestran lo contrario.
La falta de patrullajes efectivos y la escasa coordinación con autoridades estatales permitieron que el delito siga en aumento.
Hasta ahora, Vázquez Vázquez se mantiene sin proporcionar la seguridad que requiere la población para frenar el problema, lo que provocó mayor molestia ciudadana.
“Si son flojos para garantizar nuestra integridad, que renuncien y dejen el puesto a alguien que sí pueda ayudarnos”, exigió un grupo de motociclistas.
Mientras las autoridades se mantienen sin actuar, los habitantes de Paso del Macho seguirán siendo víctimas de una “ola” de inseguridad que, día con día, se normaliza sin consecuencias para los delincuentes que operan en las calles.
