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Michoacán.- Este es el rostro del asesino del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo. A pesar de su actitud sospechosa, ninguno de los elementos de seguridad logró detectarlo. Se trataba de un joven de entre 20 y 23 años, en cuya mirada se reflejaban el miedo y el nerviosismo, pero también el odio y la fría determinación de cumplir su objetivo. Él sabía perfectamente que no saldría con vida.
Según las investigaciones, el homicida habría recibido un pago de 50 mil pesos por ejecutar el crimen. Cincuenta mil miserables pesos por apagar una vida, por dejar a un hijo sin padre y a un pueblo sin voz.
La policía prefirió acabar con su vida, en lugar de capturarlo con vida, evitando así que pudiera revelar quién le dio las instrucciones para cometer el delito.
 
					
				

