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Sangre y fuego

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En el horizonte se asoma la tenue luz de la mañana, mientras las aguas del Nilo apenas y se mueven al paso de las escasas falucas o pequeñas embarcaciones dedicadas a mostrar la enorme belleza de la metrópoli más grande que existe en el mundo árabe.

Entre los zocos cairotas se levanta el mercado más importante del país, Jan el-Jalili, en éste no sólo se encuentran las sedas o las especias más preciadas, también una colección enorme de esencias orientales, recuerdos de Egipto y, claro, los más populares cafés árabes pletóricos de parroquianos fumando shisha, pipa vaporizada que encierra diversos sabores de los efluvios árabes.

No lejos de ahí, al sudoeste, se encuentra Giza y la antigua necrópolis de Menfis. Ahí descansa la Gran Pirámide del faraón Keops, considerada una de las siete maravillas del mundo, construida en casi tres millones de bloques de piedra caliza.

La flanquean las pirámides de las reinas Kefrén y Micerinos. A la tercia real la escolta de manera eterna la Esfinge de Giza, probablemente el ícono, sin nariz, más conocido del mundo.

Las aguas del Nilo, a esa hora de la mañana, quizá sea lo único que está en calma. El resto de la capital y del país arde en llamas.

Aperitivo: la sangre y el fuego

Recuerdo con claridad cuando en 2011 la Primavera Árabe irrumpió en Egipto. La gente se apropió de la emblemática plaza Tahrir y le gritaron al mundo que el pueblo de Egipto quería una democracia plena y de libertad.

La fuerza de la gente puso fin, de manera casi pacífica, a la dictadura de décadas del entonces eterno presidente Hosni Mubarak.

En aquel entonces, el ministro de defensa Mohamed Hussein Tantawi, quien eventualmente tomaría el poder, mencionó de manera solemne que el ejército no iba a cargar contra el pueblo.

No obstante, el miércoles pasado, aquella nobleza popular del ejército parece haberse terminado.

El ejército egipcio cargó con todo contra los manifestantes islamistas que apoyan al depuesto presidente Mohamed Mursi.

Con apoyo de helicópteros, ametralladoras, gases lacrimógeno, tropa y hasta bulldozers, el ejército egipcio levantó los campamentos opositores con un saldo de 525 muertos, según lo aceptó el propio ministerio de salud del mismo gobierno represor.

El pueblo egipcio es independiente si son islamistas o contraislamistas. Al fin y al cabo, es un sector de un pueblo que fue herido aquella jornada del miércoles.

Lejos de contenerse, los islamistas se crecen al castigo.

Todavía ayer convocaron a un “viernes de ira”, tras las oraciones de mediodía y el saldo llegó a más de cien muertos.

En teoría, las manifestaciones eran técnicamente pacíficas,sin embargo, la vía que eligió el ejército ha costado, en sólo dos días, más de 600 muertos. ¿Dónde quedaron aquellas palabras de Tantawi? ¿Se les olvidó que sirven al pueblo y emanan del mismo?

Sangre y fuego

Piatto forte : el caos

A pesar de la lección popular que la Primavera Árabe mostró al mundo en Egipto al deponer sin sangre a un dictador enquistado por más de tres décadas en el poder.

Lejos se veía una situación similar a la de Siria. No obstante, tras el golpe que, hay que decirlo de manera clara, golpe de Estado militar, el apoyo popular era tan abrumador y el repudio a los islamistas de Mursi tan grande, que acabó siendo un golpe apoyado por el pueblo.

No obstante, tras la última decisión militar, avalada por el gobierno de Adly Mansour, la coalición antislamista que llegó a poder con una buena cuota de legitimación, acabó por resquebrajarse.

Mohamed el Baradei, vicepresidente egipcio y baluarte moral de esta coalición, terminó renunciando, entre las críticas de sus compañeros.

El Baradei, premio Nobel de la Paz y, sin duda, el egipcio con mayor prestigio, ha rechazado el comportamiento del nuevo gobierno provisional y los ha puesto en la encrucijada.

La “comunidad internacional”, proclive al apoyo de esta coalición, ha tenido una respuesta amarga. Nadie, absolutamente nadie, puede apoyar acción alguna en donde mueran personas.

Mucho menos seis centenas.

Con el derribo de la coalición, la tragedia de los disturbios, la estupefacción de la comunidad internacional, la dificultad de identificar plenamente a los buenos y a los malos, y la falta absoluta de liderazgo, Egipto se sume en un caos. Las consecuencias de ello son insospechadas. No sólo para la población que vive ahí, lo que es evidente. Para el tablero geopolítico de Oriente Medio, Egipto es un actor central que hoy no tiene cabeza.

En términos geoestratégicos, el gigante árabe es crucial no sólo en la contención hacia Occidente, sino también en la evolución de la zona. No se debe olvidar que el islamismo suele ser el vehículo conductor de la cohesión árabe.

Y, eso, no es cualquier cosa.

He oído mucho en medios, que estamos “en la antesala de una guerra civil”. ¿En la antesala?

En plena guerra civil

 Sangre y fuego

Dolce : la seguridad y el Dr. Manuel Mondragón y Kalb

Si alguien le da prestigio al esquema de seguridad federal en este país, es el doctor Manuel Mondragón y Kalb.

He escuchado referencias sobre su salud. Siendo un deportista de toda la vida, la realidad es que está más fuerte que un roble y con más energía que un quinceañero.

Eso, no es sólo en materia de salud. También al interior del gabinete, el doctor está más sólido que una roca.

El café, es imperativo.

Twitter: @CiroDi

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