De la Redacción
El Buen Tono
Córdoba.- Si el abandono institucional tuviera rostro en esta ciudad, sería el de Santa Rita. A los históricos problemas de la casa incendiada en calle 8 y avenida 14, y al parque infantil vandalizado donde ahora reinan botellas vacías y columpios rotos, se suma un nuevo problema: la expansión caótica del comercio que asfixia banquetas y calles.
Lo que antes era un espacio familiar hoy es un rompecabezas de negligencias. Frente al parque conocido como “El Cerrito”, donde los vecinos denunciaban la presencia de alcohólicos que ahuyentan a niños, ahora se impone el desorden comercial.
El restaurante de la esquina de calle 10 y avenida 14 extiende sus mesas sobre la banqueta, mientras el carro de frutas estacionado en el parque invade el paso peatonal. Los fines de semana, el cerco se cierra: los tianguistas saturan la periferia del parque con puestos que bloquean veredas y generan embotellamientos.
“Es una burla a la ciudadanía”, comenta un vecino. “Primero nos quitaron el parque, luego nos inundaron de inseguridad con la casa abandonada, y ahora ni podemos caminar. Las autoridades miran para otro lado”.
El diagnóstico es claro. La infraestructura pública está abandonada: los juegos infantiles están destruidos, algunos usados como asientos improvisados por adultos, mientras que la cancha de futbol muestra su enrejado dañado. Además, persisten focos de riesgo social, como una vivienda en la calle 8 que sigue siendo escenario de incendios provocados y refugio de fauna nociva, mientras el parque alberga a personas en situación de calle. A esto se suma el caos vial y la ocupación ilegal, donde comercios formales e informales copan el espacio público sin control, convirtiendo la zona en un laberinto casi intransitable.
Ante esta tormenta perfecta de desgobierno, los residentes claman por un reordenamiento urgente. Exigen que Parques y Jardines, Tránsito Municipal y Desarrollo Urbano actúen de manera coordinada: retirando estructuras inservibles, desalojando la vivienda abandonada, reubicando el comercio que invade las calles y recuperando las banquetas para los peatones.
Mientras las mesas de los vendedores sigan extendiéndose sobre el asfalto y los escombros humeantes marquen la esquina de la calle 8, Santa Rita seguirá como el símbolo de una ciudad que se desdibuja entre la permisividad y el olvido.
