


Efraín Hernández
El Buen Tono
Córdoba.- En Córdoba, ni los perros se salvan del saqueo. Mientras el alcalde Juan Martínez Flores busca su “bono de despedida” y se embolsa hasta el último centavo, los animales rescatados por el Centro de Bienestar Animal sobreviven entre el abandono, las infecciones y la desnutrición.
El lugar está convertido en un foco de infección y miseria, sin medicinas, sin alimento y sin el más mínimo interés por parte del ayuntamiento.
La situación es tan inhumana que los integrantes del Consejo de Bienestar Animal, José Algarín Durán y Dione Sánchez Merino, hicieron un llamado urgente a la población para donar croquetas y artículos de limpieza.
El ayuntamiento no pone ni un peso, pero sí exige resultados y presume “acciones” que jamás ocurren.
En el refugio hay apenas 17 perros que sobreviven con lo que pueden. Las jaulas están oxidadas, el olor es insoportable, el drenaje falla y los servicios básicos brillan por su ausencia. En lugar de atender la emergencia, se suspendió la recepción de nuevos animales, no por culpa del personal, sino por la omisión criminal del ayuntamiento, que deliberadamente niega los recursos.
Y mientras los perros se mueren de hambre, la regidora cuarta María Luisa Martínez Ramírez (presidenta de la comisión de Bienestar Animal) anda más preocupada por la grilla política que por cumplir sus responsabilidades.
Es una funcionaria ausente, que sólo simula, miente y repite discursos vacíos. No ha movido un dedo por mejorar las condiciones del centro; se dedica a proteger intereses políticos, no a los animales.
Las imágenes de los animales desnutridos, en espacios deteriorados y con enfermedades sin tratar, exhiben la verdadera cara de este gobierno. Un gobierno que no sólo es incapaz, sino también cruel y cínico, donde el sufrimiento animal se convierte en parte del botín político.
“Se roban hasta el dinero de los perros”, denunció sin rodeos el Consejo. Córdoba está en ruinas, moral y administrativamente, bajo una administración que ha hecho de la indiferencia y el saqueo su bandera. Y mientras Juan Martínez Flores sigue simulando, los perros siguen muriendo.


