El Caribe mexicano vuelve a enfrentar una emergencia ambiental que pone en jaque su ecosistema y su principal motor económico: el turismo. Apenas iniciado el verano, grandes cantidades de sargazo han arribado a las costas de Quintana Roo y Yucatán, alcanzando niveles similares a los registrados en 2018 y 2019, años que se consideran los peores en la historia reciente de esta problemática.
Según un estudio reciente de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), este 2025 podría superar todos los récords previos, con una acumulación de sargazo hasta un 40% mayor que el año más crítico documentado. Las investigaciones, dirigidas por las doctoras Bantu Zembrug y Leticia Durán del Instituto de Ciencias del Mar, revelan que el “gran cinturón de sargazo del Atlántico”, una inmensa masa flotante que se extiende desde África hasta el Golfo de México, sigue creciendo de forma preocupante.
Entre las causas identificadas destacan el exceso de nutrientes en los océanos, producto de fertilizantes agrícolas y aguas residuales sin tratamiento, así como el calentamiento global. Esta combinación crea un ambiente propicio para el florecimiento masivo del sargazo.
Más allá del impacto visual que afecta la imagen turística, el sargazo representa una grave amenaza ecológica. Su descomposición consume el oxígeno del agua, generando zonas muertas donde la vida marina no puede sobrevivir. Se han reportado miles de peces y crustáceos muertos, además de un daño significativo al proceso de anidación de las tortugas marinas y la pérdida de hábitat para las aves playeras.
La recolección del sargazo, aunque necesaria, es un proceso costoso y complejo. Además, los gases que se liberan durante su descomposición pueden filtrarse en el subsuelo, contaminando las fuentes de agua dulce, un recurso vital para las comunidades locales.
La comunidad científica lanza un llamado urgente a las autoridades y a la sociedad para priorizar la atención de esta crisis ambiental. Enfrentar el sargazo es indispensable para proteger la biodiversidad, salvaguardar la economía regional y garantizar la salud pública.
Este verano 2025 podría marcar un antes y un después en la lucha contra el sargazo, una batalla que requiere soluciones integrales y cooperación global para preservar el invaluable patrimonio natural del Caribe mexicano.
