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SE FUE TLAKATENCO

Superiberia

Por Andrés Timoteo  / columnista

SE FUE TLAKATENCO

 Una triste nueva. Ayer falleció el luchador social, Julio Atenco Vidal, fundador y dirigente de la Coordinadora Regional de Organizaciones Indígenas de la Sierra de Zongolica (Croisz), debido a un padecimiento abdominal que se complicó mientras estaba internado en una clínica del ISSSTE en Orizaba.

Tlakatenco, era la palabra que anteponía a su nombre de pila, una insignia indígena que lo distinguía como hermano de las etnias. Y siempre lo fue. Durante cuatro décadas encabezó la defensa de los pueblos originarios, abogando por el respeto a sus derechos humanos, su cultura y sus espacios. Nunca se cansó de denunciar ni de proponer.

Julio Atenco fue una de las voces más fuertes que se alzó cuando en el 2007 fue violada y asesinada por un grupo de soldados la anciana Ernestina Ascensión Rosario en Soledad Atzompa, crimen que sigue en la impunidad. También denunció permanentemente la militarización de la sierra de Zongolica, los abusos policiacos contra la población indígena y los feroces cacicazgos de la región.

En el año 2016 fue candidato independiente por el distrito XXI con cabecera en Ciudad Mendoza con el lema: “Nada cambiará si el pueblo no se organiza”. En aquel tiempo, Atenco agregaba un plus a sus ofertas de campaña: “Ganemos o perdamos, seguiremos andando”, es decir que continuaría su quehacer por los más desfavorecidos, aunque no accediera a la curul. Así lo hizo. Hoy, Julio ya dirige su andar hacia la eternidad, mientras la sierra llora. ¡Buen viaje Tlakatenco!

LA MUERTE TIENE PERMISO

Algo sucede en la zona centro de la entidad, porque en esta semana 12 personas fueron asesinadas con el sello del sicariato. Es decir, esas doce ‘ejecuciones’ fueron cometidas por el crimen organizado en cinco municipios: Amatlán de los Reyes, Omealca, Córdoba, Chocamán y Maltrata.

En el primero, concretamente en la zona conocida como Venta Parada se localizaron cinco cadáveres maniatados y con huellas de haber sido torturados. El martes pasado se hallaron los primeros cuatro y ayer fue encontrado otro más. Sobre uno de los cuerpos localizados el martes se dejó un narcomensaje del Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG) con amenazas hacia grupos rivales y anunciando más asesinatos.

En Córdoba tres personas también fueron asesinadas por sicarios de la mafia, dos en la colonia Los Carriles y una en El Trébol. Allí los homicidios fueron a mansalva y a plena luz del día. En Omealca aparecieron los cadáveres de dos taxistas que previamente habían sido reportados como desaparecidos.

Otro hombre, propietario de un negocio de lavado de automóviles fue ‘ejecutado’ en Maltrata y sobre la carretera Fortín de las Flores-Huatusco, a la altura de Chocamán, arrojaron el cuerpo de otro hombre desde un vehículo en movimiento. Más tarde se identificó a la víctima como un vecino del fraccionamiento El Dorado en Córdoba.

Fueron doce homicidios en cuatro días, a razón de tres diarios, una incidencia elevadísima si se hace la comparación estadística con el resto del País y con las otras zonas marcadas por la violencia. Por ejemplo, con este rango de crímenes, la zona de Córdoba iguala al corredor Coatzacoalcos-Minatitlán-Cosoleacaque que ha sido considerado como una de las regiones metropolitanas más violentas del mundo.

Parafraseando al escritor sonorense Edmundo Valadez en su libro “La muerte tiene permiso”, en la zona centro pareciera que hay permiso para matar. La ‘guerra’ de la mafia por la plaza se intensificó y si bien los asesinatos son lo común, nadie debe tomarlos como algo normal. Es cierto, la crisis por la violencia no es nueva, pero ahora tiene como agregado la desidia de las autoridades para atender el problema.

No hay una estrategia en el estado para hacer frente a los criminales y todo se deja a las medidas que tome la federación. Y la federación no entrará al quite hasta que no tenga su instrumento principal que es la Guardia Nacional, misma que ni siquiera se ha creado -aunque ya está aprobada por el Legislativo- y tardará al menos tres meses más para que esa corporación policiaco-militar llegue a las zonas que tienen crisis por la inseguridad, entre ellas Córdoba y la región.

Peor aún, a nivel local el gobernante en turno ha dicho que los veracruzanos deberán esperar al menos dos años para que la violencia disminuya -hasta el 2021- y el secretario de Seguridad Pública dice que “esperan que los delincuentes se cansen” para que dejen de matar y sembrar el pánico. Tal es postura oficial mientras que en Córdoba y sus alrededores sigue la cosecha de muertos.

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