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SEGUNDO INFORME

Superiberia

Por: Andrés Timoteo  /  columnista

SEGUNDO INFORME

A quince días de ceder la Administración Estatal a un sucesor que no es de su misma confesión política, el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares se presentó ayer en la sede del Congreso Local para entregar personalmente el informe de sus dos años de gestiones -él mismo lo dijo que el legajo incluía los 730 días de gestión- y, contrario a lo vaticinado, no hubo ni sombrerazos ni escupitajos.

Los diputados del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), quienes ya son mayoría en los escaños y están al frente de los órganos directivos del Legislativo, contuvieron los ánimos y mostraron la suficiente civilidad política para recibir al Mandatario en funciones y acuerpar el acto republicano. No hubo desaire ni sainetes.

Del Ejecutivo estatal también hubo cortesía política y eso que hace apenas unos días alebrestó a la opinión pública al lanzar la indirecta al gobernador electo, Cuitláhuac García, asegurando que estar a cargo de las acciones de Estado en Seguridad Pública es más difícil que bailar salsa en los antros, en referencia -por supuesto- a la afición de quien será su sucesor para desestresarse en centros nocturnos que ofrecen música viva.

Es probable que la civilidad política no dure mucho tiempo. En dos semanas, seguramente el 29 o 30 de noviembre, Yunes Linares regresará al recinto parlamentario para comparecer ante los legisladores, como establece la modificación legal hecha recientemente, y será sometido a un interrogatorio sobre sus acciones de gobierno. Ahí sí habrá camorra entre el panista y los morenos.

Pero mientras se espera tal escaramuza, ayer hubo diplomacia y cortesía, algo que era imposible en el 2016 cuando las hordas de los encuerados del Movimiento de los 400 Pueblos tenían rodeado al Congreso Local y apedreaban a todo aquel que no oliera a duartismo o fidelidad. Ayer nadie salió abucheado ni apedreado ni escupido. Adecentaron la actividad pública, pues.

Una cosa que subrayar es la labor de los compañeros que cubren la fuente legislativa. Ellos no se arredraron ni se guardaron nada. Hicieron las preguntas que debían, aún cuando algunas incomodaron al Mandatario en funciones. En especial uno de los reporteros le expresó sin tapujos: “Gracias por la opresión que nos distes porque ya mutamos todos, ya crecimos, ya hicimos muchas cosas más como reporteros”.

Vaya, si ese mismo comunicador le hubiera hecho el señalamiento al innombrable o a Javier Duarte, saliendo del recinto parlamentario lo hubieran ‘levantado’ y tal vez estuviera hoy en calidad de desaparecido. He ahí la diferencia del antes y del ahora, la plenitud en el derecho a disentir, preguntar y hasta discrepar.

Lo mismo con otro compañero que hizo un cuestionamiento que molestó al Mandatario y éste le espetó que en su periódico y él mismo siempre hacían conjeturas carentes de verdad. Algunos juzgarán que es rudeza innecesaria, pero es mejor que el gobernante se lo diga a que lo reprima con el aparato estatal.

En los tiempos de la fidelidad y el duartismo, ese mismo reportero hubiera sido silenciado, castigado en su centro de trabajo a petición de los funcionarios, y la misma empresa hubiera sido blanco de la arremetida desde Palacio de Gobierno. Ayer, ambos colegas hicieron sus preguntas y ejercen su oficio sin el temor a ser perseguidos ni secuestrados ni asesinados.

La diferencia del pasado y del presente no la reconocen muchos, no porque no la vean sino porque no les conviene, especialmente los que esperaban que este Gobierno mantuviera los privilegios ilegales a determinadas empresas periodísticas, pero ahí está el libre ejercicio para preguntar y publicar. 

De los resultados en lo social, lo económico y lo de Seguridad Pública, la evaluación inmediata la harán los diputados en la glosa del Informe, y como bien lo dijo Yunes Linares, el juicio histórico de su gobierno corresponde al pueblo. Al gobernante hay que evaluarlo y calificarlo, eso es parte de la democracia participativa que en Veracruz es posible y es necesaria.

ADIÓS A DEL PASO

El miércoles se fue otro grande de México. Fernando del Paso escritor, historiador, periodista, poeta, ensayista, analista, dibujante, publicista, diplomático, pintor y hasta economista, murió en Guadalajara. Quiso ser de todo, pero su arte más exquisito fue en las letras. Las nuevas generaciones y en especial los que aspiran a ser buenos redactores deben leer a Del Paso, desde sus “Noticias del Imperio” hasta sus “Cuentos Dispersos”. Todo lo que produjo es didáctico.

“Noticias del Imperio” es una forma novelada de repasar la historia de México en esa etapa en la que se complotó contra el proyecto republicano y se intentó establecer una monarquía al estilo europeo. La invasión francesa de 1862 y la imposición de Maximiliano de Habsburgo lo cuenta magníficamente Fernando del Paso.

Pero el escritor no sólo miraba al pasado, sino también lo ocupaba el presente, sobre todo el contexto de violencia que azota al País. En 2015, cuando recibió el Premio Cervantes de Literatura 2015, aprovechó la atención mediática para denunciar la corrupción y el cinismo de la clase política mexicana.

Al recibir el galardón en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares, en abril de 2016, Del Paso fue directo: “Las cosas no han cambiado en México sino para empeorar, continúan los atracos, las extorsiones, los secuestros, las desapariciones, los feminicidios, la discriminación, los abusos de poder, la corrupción, la impunidad y el cinismo. Criticar a mi País en un país extranjero me da vergüenza. Pues bien, me trago esa vergüenza. No denunciarlo, eso sí que me daría vergüenza”.

Apenas en abril pasado, cuando dos estudiantes de cine fueron secuestrados, torturados, asesinados y sus cuerpos disueltos en ácido por un grupo criminal en Jalisco, machacó a todos con la pregunta: “¿Hasta cuándo vamos a seguir en un País que no sabe proteger a sus hijos y una Patria dominada por el narcotráfico, la corrupción y la injusticia?”.

Ahora se ha ido Del Paso, además de su obra nos dejó esas reflexiones y la tarea de responder ese cuestionamiento quemante de porqué no se ha logrado cuidar a lo más valioso que tiene la Patria: los niños y jóvenes frente a esa bestia que es el crimen organizado.  La mejor forma de rendirle tributo es actuar en consecuencia. Por supuesto, homenaje también es leerlo y releerlo ahora que ya pasó del genio al mito.

PAÍS DE CÍNICOS

Ese México de cínicos que atribulaba a Fernando del Paso es real. Al inicio de la semana se develó una de las respuestas a las preguntas del escritor sobre la prevalencia de la criminalidad y la violencia. La causa se llama “narcopolítica”, la colusión de esos políticos cínicos con los cárteles del narcotráfico.

El abogado del capo del narcotráfico, Joaquín “El Chapo” Guzmán, reveló que el Cártel de Sinaloa entregó millones de dólares en sobornos al expresidente Felipe Calderón y al actual mandatario, Enrique Peña Nieto, y esas coimas se extendieron a las fuerzas policiacas y militares. A cambio, no se hizo nada para combatir dicho cártel que quedó en manos de Ismael “El Mayo” Zambada, cuando “El Chapo” estuvo preso.

Ni Calderón ni Peña Nieto ordenaron detener al mismo Zambada pues hay un acuerdo monetario con el heredero del mando en el Cártel de Sinaloa. No es algo nuevo, siempre se dijo que había un pacto del Gobierno con determinadas organizaciones criminales mientras se atacaba a los enemigos de éstas. En eso consistió la famosa “guerra contra el narco” iniciada en 2007, apoyo a una facción del crimen organizado.

Ante el señalamiento, los cínicos de Calderón y Peña se apuraron a desmentir al defensor del capo, pero su colusión con la maldad no puede ser ocultado. Ahí, están no sólo las palabras delatoras de los voceros del crimen, si no las consecuencias en sangre: 250 mil muertos, 40 mil desaparecidos y más de 2 millones de desplazados. Un País con políticos cínicos da como resultado todo un pueblo subyugado al dolor.

EL PERDÓN ESCONDIDO

Casi oculto, no mencionado en el video promocional ni en el discurso del presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, pero el perdón a los criminales -entre ellos a los capos del narcotráfico- fue incluido en el Plan Nacional de Paz y Seguridad que aplicará el nuevo gobierno de la República, a partir del mes de diciembre y fue presentado el miércoles anterior en la Ciudad de México.

Lo anterior, a pesar de que esa pretensión fue rechazada puntualmente por las víctimas de la violencia y sus familiares en los pocos foros de escucha que se realizaron durante los meses anteriores. Aún así, se le incluyó como si eso hubiera sido una decisión popular. Se trata del perdón a delincuentes que el zedillista, Alfonso Durazo, próximo secretario de Seguridad Pública, maquilló con términos como “reducción de penas” y “amnistía condicionada”.

Forma parte del punto seis, denominado “Construcción de la paz” del decálogo presentado. Hay que decirlo, en el mismo, se incluyeron propuestas innovadoras y que merecen el reconocimiento porque efectivamente tienen el objetivo de restablecer el Estado de Derecho y serenar al País, pero es una burla que se haya empotrado unilateralmente lo que ya ha sido repudiado expresamente por todos.

El plan tiene propuestas loables como que las recomendaciones de las comisiones nacional y estatales de Derechos Humanos tendrán consecuencias penales en el caso de incumplirlas, erradicar la tortura y los homicidios cometidos por policías y Fuerzas Armadas, la creación de la Guardia Nacional y la aplicación de la justicia transicional.

También recuperar el control de las cárceles que ahora tienen los cárteles de la droga, aunque en su conjunto, este plan reposa nuevamente en las Fuerzas Armadas y policiacas, que serán ampliadas hasta con 50 mil nuevos integrantes a distribuirse en 260 microrregiones en el País, para rescatar espacios y dar seguridad a la población.

Y de todo el plan, la propuesta más destacable es el apoyo inmediato a dos millones de jóvenes, garantizándoles estudio y trabajo, para evitar que caigan en las garras de la delincuencia.

Esto último, es ocuparse en proteger el ‘tesoro de la Nación’, a lo que se refería Fernando del Paso.

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