

Mendoza.- A doce años de la tragedia de la barrancada de junio del 2003, más de tres mil habitantes en las orillas de los ríos Chiquito y La Carbonera, en Nogales y Ciudad Mendoza, viven en zozobra y con miedo. Ante la indiferencia de las autoridades municipales de realizar obras preventivas, siguen expuestos a inundaciones por el desbordamiento de los afluentes de respuesta rápida.
“Escuchar el rodar de las piedras” en cada época de lluvias es el mayor temor para las familias de escasos recursos y que por la falta de mejores oportunidades decidieron habitar en predios irregulares a la orilla de los ríos, con la conciencia de “vivir en peligro por necesidad”.
Vecinos de las colonias Prado y Bosque, de Ciudad Mendoza, compartieron que cada junio, cuando prevalecen los aguaceros, con temor escuchan el sonido de las piedras que arrastra la corriente, pues es un aviso de que el afluente trae fuerza, se va a desbordar y va a inundar sus casas.
Por la situación económica que enfrenta Carolina Rosas López, de 69 años, dijo no tener otra opción más que vivir al borde del peligro, pues su manera de obtener ingresos no le permite pagar una renta en una zona segura.
En Nogales, de todos los habitantes que están asentados a la orilla del río Chiquito, sin duda alguna, quienes viven en las colonias Lázaro Cárdenas, López Arias y Maravillas, son los que corren mayor peligro por el cauce angosto del afluente que alcanza el nivel de sus viviendas humildes.
Algunas personas dijeron que en repetidas ocasiones han pedido la construcción de un muro al Ayuntamiento, más de 10 años han pasado de lo que llaman “su peor pesadilla” y no han obtenido respuesta.
Para “protegerse”, con esfuerzos Griselda Ramos construyó un muro de metro y medio de altura, ella en la barrancada del 2003 perdió su vivienda.
