Los sobrevivientes contemplan un paisaje surrealista que se presenta ante ellos: viviendas arrasadas, autos calcinados y terrenos ahora cubiertos de ceniza. Lo que antes eran edificios y hogares, ahora es un escenario desolador. Mientras hacen balance de sus vidas alteradas por el voraz incendio en Maui, las autoridades confirman que al menos 80 personas han perdido la vida.
Anthony Garcia, entre escombros, evalúa la devastación mientras permanece bajo la sombra de la icónica higuera de Lahaina, ahora carbonizada. Sus acciones se centran en barrer las retorcidas ramas, amontonadas junto a otros montones que albergan animales muertos: gatos, gallos y pájaros, víctimas del humo y las llamas. En este mundo al revés, lo inimaginable cobra sentido.
“Si no hago algo, me voy a volver loco”, declara Garcia, quien ha perdido todo lo que poseía. “Estoy perdiendo mi fe en Dios”.
Garcia y otros residentes se encuentran en la difícil tarea de enfrentar la destrucción generalizada. Evalúan lo que queda de sus hogares y sus vidas desgarradas por los incendios que asolaron partes de Maui durante esta semana, y que hasta el viernes por la noche seguían sin control.
En un comunicado emitido el viernes por la noche, el condado de Maui confirmó la cifra de víctimas mortales en 80. Sin embargo, este número podría incrementarse debido a las operaciones de búsqueda y rescate en curso, según advierte el Gobernador estatal, Josh Green.
Para mantener la seguridad en medio del caos, las autoridades han instaurado un toque de queda desde las 22:00 horas hasta las 06:00 de la mañana del sábado.
“La recuperación va a ser extraordinariamente complicada, pero queremos que la gente regrese a sus hogares y haga lo que pueda para evaluarlos de manera segura, porque es bastante peligroso”, declara Green a Hawaii News Now, el servicio de noticias.
