La administración de Donald Trump ha dado un nuevo paso en su alejamiento de los compromisos ambientales globales. Este viernes, el Departamento de Estado confirmó el despido de varios funcionarios de la Oficina de Cambio Global, responsables de representar a Estados Unidos en negociaciones internacionales sobre política climática.

Los ahora cesados desempeñaban un rol crucial en foros como la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), así como en organismos estratégicos como la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) y la Organización Marítima Internacional (OMI), donde se discutían medidas vitales para la reducción de emisiones en los sectores aéreo y marítimo.

Esta decisión no es aislada. Llega después del anuncio de Trump de retirar a Estados Unidos del Acuerdo de París y de abandonar conversaciones clave en la OMI que buscaban lograr emisiones netas cero en el transporte marítimo para 2050. A esto se suma el reciente rechazo de Washington a las iniciativas de la OACI que promovían el uso de combustibles sostenibles en la aviación, a pesar de que el país había participado anteriormente en el programa de compensación de carbono CORSIA.

Con esta serie de acciones, la administración Trump no solo reconfiguró su política interna sobre el cambio climático, sino que también debilitó la presencia diplomática estadounidense en uno de los retos globales más urgentes. La ausencia de Estados Unidos —una de las principales economías y emisoras de gases de efecto invernadero del mundo— genera incertidumbre y preocupación sobre el futuro de la cooperación internacional en materia ambiental.

Diversos líderes y organizaciones internacionales han advertido que la falta de compromiso de Washington podría comprometer los objetivos climáticos trazados para mediados de siglo, afectando los esfuerzos colectivos para limitar el calentamiento global y proteger el planeta para las futuras generaciones.