AGENCIA
Nacional.- Un estudio reciente ha generado un cambio relevante en la comprensión de la esclerosis múltiple al identificar dos formas biológicas distintas en las que la enfermedad aparece y progresa. El hallazgo, publicado en la revista Brain, propone un nuevo modelo que va más allá de las clasificaciones clínicas tradicionales y abre la puerta a diagnósticos y tratamientos más precisos.
La investigación utilizó inteligencia artificial para integrar datos de resonancias magnéticas con análisis de sangre, particularmente los niveles de la proteína sNfL, un marcador de daño neuronal. Esta combinación permitió a los especialistas detectar patrones de afectación cerebral que antes no podían observarse con claridad.
De acuerdo con el estudio, la esclerosis múltiple no sigue un único camino biológico. Los investigadores identificaron dos subtipos estables que no dependen de categorías clínicas clásicas como remitente-recurrente o secundaria-progresiva, sino del orden y la forma en que ocurre el daño neurológico.
El primer subtipo, denominado sNfL-temprano, se caracteriza por una inflamación intensa desde las etapas iniciales de la enfermedad. En estos pacientes, generalmente más jóvenes, los niveles de sNfL en la sangre se elevan rápidamente, reflejando un daño neuronal activo. Este patrón suele acompañarse de lesiones tempranas en estructuras como el cuerpo calloso, lo que indica una agresividad elevada pero también una buena respuesta a tratamientos oportunos.
El segundo subtipo, llamado sNfL-tardío, se desarrolla de manera más silenciosa. En estos casos, la pérdida de volumen cerebral ocurre primero en regiones profundas, como la corteza límbica, relacionada con la memoria y las emociones. Los marcadores de daño en la sangre aumentan de forma tardía, lo que dificulta su detección con métodos tradicionales y retrasa el inicio del tratamiento.
Los investigadores subrayan que estos subtipos no son fases transitorias, sino huellas biológicas estables que permanecen a lo largo del tiempo y que pueden orientar de forma más precisa el pronóstico y la estrategia terapéutica.
El avance central del estudio radica en la integración de información molecular y de imagen. Mientras que las resonancias magnéticas por sí solas pueden pasar por alto procesos de desgaste neuronal, la combinación con biomarcadores sanguíneos permite detectar daño en las prolongaciones de las neuronas antes de que los síntomas se agraven.
Según los autores, este enfoque mejora la capacidad para anticipar la evolución clínica. En el subtipo temprano, el riesgo de nuevas lesiones sin tratamiento es significativamente mayor, pero también se observa una reducción notable de la actividad de la enfermedad cuando se inicia terapia de forma temprana. En el subtipo tardío, la identificación oportuna es clave para proteger la estructura cerebral y preservar la calidad de vida.
La esclerosis múltiple es una enfermedad autoinmune en la que el sistema inmunológico ataca la mielina, la capa que protege las fibras nerviosas, lo que interrumpe la comunicación entre el cerebro y el resto del cuerpo. Sus síntomas pueden incluir alteraciones visuales, hormigueo, debilidad muscular, problemas de equilibrio, fatiga intensa y dificultades cognitivas.
Especialistas señalan que reconocer señales de alarma como visión borrosa o doble, entumecimiento persistente, pérdida del equilibrio, debilidad muscular o problemas repentinos de memoria es fundamental para una evaluación neurológica temprana.
Este descubrimiento marca un avance hacia la medicina de precisión en neurología, al permitir que el diagnóstico y el tratamiento de la esclerosis múltiple se basen en la biología específica de cada paciente y no únicamente en los síntomas visibles, con el objetivo de frenar la enfermedad antes de que el daño sea irreversible.


