De la redacción
El Buen Tono
La riqueza cultural de América Latina volvió a destacar en el escenario internacional, luego de que el Comité del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco incorporara diversas manifestaciones artísticas, comunitarias y ancestrales durante su reunión en Nueva Delhi, India.
Entre las expresiones reconocidas se encuentran el son cubano, el circo de tradición familiar de Chile, la música y danzas sarawja de los aimara de Perú, el Festival de Flores y Palmas de El Salvador y el joropo venezolano. Estas prácticas se unen a celebraciones como la Pasión de Cristo en Iztapalapa y la fiesta de la Virgen de Guadalupe en Sucre, que ya forman parte de la Lista Representativa.
Destacaron también dos nuevas inscripciones en la Lista de Salvaguardia Urgente, un mecanismo que activa la atención internacional para proteger tradiciones en riesgo: la cerámica ñai’upo de Paraguay y las técnicas de construcción de las casas de quincha de Panamá.
En Paraguay, la técnica ancestral del ñai’upo —transmitida de madres a hijas— enfrenta una crisis debido a la falta de relevo generacional, la escasez de materia prima y las difíciles condiciones económicas de las artesanas. Apenas quedan unas pocas maestras en distintas localidades, lo que enciende las alarmas sobre su posible desaparición. Con esta inscripción se espera que el país acceda a cooperación internacional para implementar medidas urgentes que garanticen su continuidad.
Panamá también obtuvo un lugar en esta lista con sus tradicionales casas de quincha, una arquitectura resistente al calor y a la actividad sísmica, levantada colectivamente bajo un espíritu comunitario conocido como “junta de embarre”. La falta de materiales amenaza hoy esta técnica que combina barro, madera y paja seca.
El Salvador celebró su primera inscripción en la historia: el Festival de Flores y Palmas, una tradición centenaria que agradece la llegada de las lluvias y honra a la Virgen de Concepción. La festividad, realizada cada primer domingo de mayo en Panchimalco, mezcla raíces indígenas y cristianas, convirtiéndose en un símbolo de identidad y continuidad cultural.
En materia musical, la Unesco sumó esta semana manifestaciones emblemáticas: el joropo venezolano, el sarawja de Perú y el son cubano. Todas ellas fueron reconocidas como prácticas fundamentales para la identidad cultural de sus respectivas comunidades.
El joropo obtuvo estatus universal, mientras que el sarawja aimara fue destacado como una expresión que fortalece la reciprocidad, la solidaridad y el vínculo con la naturaleza en regiones como Cuchumbaya, Carumas y San Cristóbal.
Por su parte, el son cubano fue descrito como un “pilar histórico” de la música bailable del Caribe, resultado de siglos de mestizaje artístico que han marcado a generaciones.
Chile también celebró la inscripción de su circo de tradición familiar, una práctica con más de dos siglos de historia, sostenida por familias que viajan de ciudad en ciudad para preservar su oficio. Bautizos, debuts, matrimonios y funerales forman parte de un mundo propio bajo la carpa, donde roles como acróbatas, payasos y técnicos se reparten sin distinción de género.
Cada una de estas inscripciones refleja la diversidad, la creatividad y la memoria viva de los pueblos latinoamericanos, cuyas tradiciones continúan conquistando espacios internacionales mientras se trabaja por su preservación.


