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Vacunas: luz de esperanza

Superiberia
  • Por Francisco Guerrero Aguirre / Columnista

La vacuna tiene que llegar a todos y alcanzar a los sectores más vulnerables. Los gobiernos de cada nación deben garantizar el acceso a la salud y la vacuna tiene que alcanzar para todos los países en el hemisferio.

Al día de hoy, cerca de 2,507,444 millones de personas han perdido la vida como consecuencia de complicaciones originadas por Covid-19 y se han reportado globalmente más de 111 millones de infecciones desde que comenzara la epidemia en 2020.
La vacunación masiva, con un espíritu democrático y universal, es la única salida científica para derrotar a la pandemia por covid-19. Las diferentes vacunas, autorizadas alrededor del mundo, se han convertido en una luz de esperanza para retornar a la normalidad y subsanar los brutales efectos de la emergencia sanitaria.
El rápido desarrollo de vacunas eficaces contra dicho virus ha sido una proeza científica que debería estar al alcance de toda la población. Se ha comprobado la eficacia de al menos nueve vacunas diferentes; al 20 de febrero, más de 197.6 millones de dosis habían sido administradas en todo el planeta.
Sin embargo, existe una brecha significativa en el ritmo de vacunación y en el acceso a las vacunas entre diferentes países. Muchos de ellos no han tenido aún la posibilidad siquiera de administrar una sola dosis. Expertos en la materia coinciden en afirmar que la demora en introducir las vacunas en países con menos recursos impactará de manera negativa la duración de la pandemia, con un costo humano incluso peor al que ya hemos visto, además de persistentes daños económicos.
Dada la inquietante situación en la que se encuentran los países de América Latina y el Caribe para lograr acceder a la vacuna contra el coronavirus, los Estados miembros de la OEA expresaron, a través de una resolución aprobada por su Consejo Permanente el 17 de febrero, su alarmante preocupación por medidas que tengan como resultado “la inequidad y la discriminación en el acceso a vacunas y en su distribución entre países desarrollados y en desarrollo, lo cual crea el riesgo de que la pandemia actual continúe, en perjuicio de los medios de subsistencia, de la preservación de la salud y del bienestar de los pueblos de América Latina y el Caribe y del respeto del principio de la cooperación y la solidaridad internacionales”.
Si bien los países de la región no han participado aún de iniciativas para el desarrollo de vacunas, varias naciones han hecho parte de ensayos clínicos iniciados por otros países o multinacionales farmacéuticas. Negar o retardar acceso a vacunas o tratamientos efectivos contra el coronavirus no sólo no es ético, sino que va en detrimento de la salud pública del resto del planeta.
La resolución aprobada recordó: “ningún país estará a salvo hasta que todos lo estén”. Si los esfuerzos de vacunación no se hacen de manera global y conjunta, incluso las poblaciones vacunadas en los países más ricos también estarán amenazadas por nuevas variantes del virus. Todas las intervenciones eficaces en la batalla contra Covid-19 deben ser tratadas como un bien público global y ser accesibles y asequibles para todo el mundo.

Balance
Nos encontramos en un momento crítico para intensificar los esfuerzos multilaterales y la unidad global en torno a una vacunación masiva y democrática. Es esencial enfocarse en el cuidado de las personas más vulnerables en la sociedad, facilitar la transferencia de tecnología y la ayuda financiera a los países en desarrollo para poder garantizar verdaderos resultados positivos de la vacunación. La cooperación internacional se hace fundamental para promover la universalización de la vacuna contra Covid-19.
Para lograr una verdadera recuperación económica y social es crucial encontrar mecanismos de vacunación que estén al alcance de todos los países sin distinción. De nada servirá vacunar a la población de algunos países cuando es indispensable que todos los países tengan acceso equitativo y justo a la vacuna.
Como lo ha señalado Luis Almagro, el secretario general de la OEA, la vacuna tiene que llegar a todos y alcanzar a los sectores más vulnerables. Los gobiernos de cada nación deben garantizar el acceso a la salud y la vacuna tiene que alcanzar para todos los países en el hemisferio.

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