

¡Qué bueno que se fue Ángel Aguirre Rivero! ¡Qué mal que, hasta el momento, la PGR no haya dejado claro que está investigando al señor Aguirre o que lo hará! Y es que hay preguntas por contestar. Por ejemplo, ¿de verdad el exgobernador de Guerrero no sabía nada sobre los “negocios” de los ahora prófugos José Luis Abarca y María de los Ángeles Pineda? ¿Aguirre Rivero coadyuvó a que Abarca y Pineda huyeran?
Es crucial que Ángel Aguirre sea investigado y que la investigación correspondiente sea haga bien. Si el gobierno de Peña no hace esto, y lo hace pronto, habrá perdido toda credibilidad. De hecho, el sexenio habrá llegado a su fin y el Presidente que, supuestamente, salvaría a México y lo conduciría a la modernidad, será recordado como uno de los peores jefes del Ejecutivo en la historia de nuestro país.
Aunado a lo anterior, es imprescindible que los estudiantes desaparecidos sean encontrados. Lamentablemente, es casi un hecho que ya no están vivos, que han sido asesinados. Sin embargo, es esencial que sus familiares sepan qué fue de ellos y que, una vez que se esclarezca lo que les pasó, en nombre del Estado mexicano, el presidente Peña Nieto pida una disculpa a los padres de todos estos jóvenes así como a la ciudadanía en general. Una disculpa por la impunidad, por la corrupción, por la ilegalidad y por la clara, y lamentable, incapacidad del gobierno (en sus tres niveles) para hacer su trabajo, es decir, para hacer valer el marco legal.
Además de esta disculpa, el gobierno tiene que mostrar qué es lo que va hacer para que no haya nunca más otro José Luis Abarca, otra María de los Ángeles Pineda, etcétera. Como ya enfaticé, esto debe incluir una investigación a fondo sobre el papel de Ángel Aguirre en los terribles hechos ocurridos en Iguala. Pero también es importantísimo que el exalcalde de dicha ciudad, y su esposa, sean presentados ante la ley. Si esto no ocurre, estará más que claro que, en México, los criminales pueden más que la autoridad.
Pero lo más apremiante, lo que en el largo plazo es lo más relevante, no es nada de lo anterior sino lo que las autoridades y la sociedad haremos para reconstruir un país que se está cayendo a pedazos, que pudiendo ser una potencia en lo económico, en lo político y en lo cultural no es sino un territorio sin ley, sin seguridad, en el que la fuerza —ya sea física, económica o política— es lo único que vale y en el que la violencia callejera es la norma y no la excepción.
Como he comentado en contribuciones anteriores, no sé qué es lo que tenemos que hacer. Pero supongo que, para empezar, nosotros, los que supuestamente somos gobernados por quienes supuestamente son gobierno, tenemos que exigir a éstos que de verdad hagan su trabajo, que se comprometan a fondo con el país. ¿Cómo hacerlo? En las calles (pacíficamente), en la prensa, en las boletas electorales.
Para seguirle, nosotros mismos tenemos que aprender a despreciar la ilegalidad, la corrupción, la impunidad. Hagámonos totalmente intolerables a estas prácticas que tanto daño hacen a nuestra sociedad. Condenémoslas siempre y alejémonos de ellas.
Hacer lo anterior no va a cambiar a México de la noche a la mañana. Pero si no empezamos por algún lado, y lo hacemos ya, ese mañana será incluso peor.
Twitter: @aromanzozaya
