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19S, LECCIÓN NO APRENDIDA

Superiberia

Por: Andrés Timoteo  /  columnista

19S, LECCIÓN NO APRENDIDA

Hoy 19 de septiembre es fecha dolorosa para los mexicanos debido a dos tragedias sucedidas el mismo día, pero con una diferencia de 32 años. Fueron los sismos ocurridos en 1985 y 2017 de coincidencia peculiar que arrebataron la vida de muchas personas. El primero mató al menos a 40 mil, aunque la cifra es inexacta porque se asegura que hubo muchas más víctimas mortales y el segundo a 369 personas.

Sólo un grado de diferencia en la magnitud de ambas sacudidas telúricas. Uno, el de hace 33 años, fue de 8.1 grados, y el segundo de 7.1 grados en la Escala de Richter. El de 1985 fue de mañana, a las 07:19 horas, y el del año pasado poco después del mediodía, a las 13:14 horas. Por eso, hoy miércoles las autoridades realizarán dos homenajes separados: uno por la mañana y otro por la tarde, en la Ciudad de México, que fue el sitio más castigado de ambos terremotos.

En la capital del País se izará la Bandera a media asta, en señal de duelo, se guardará un minuto de silencio y se realizará un simulacro de evacuación de edificios como cada año desde hace tres décadas. Sin embargo, este año el homenaje póstumo a las víctimas lleva una carga de dolor muy viva porque hay 369 de ellas que son recientes, de apenas hace un año, además de todas las consecuencias sociales derivadas de la tragedia.

Lo anterior comenzando por las 7 mil familias damnificadas -que tuvieron heridos o se quedaron sin vivienda- en los estados que sacudió con mayor intensidad el sismo. A parte de la Ciudad de México, el terremoto causó perjuicios significativos y víctimas en Puebla -donde fue el epicentro-, Morelos, Tlaxcala, Estado de México, Guerrero, Chiapas, Oaxaca y Michoacán. En Veracruz se resintió el temblor, pero sus daños fueron menores y sin víctimas mortales.

Y como siempre sucede en la historia de la humanidad, un fenómeno de tal magnitud cambia la orografía, el contexto urbanístico y también los asuntos sociales y políticas de los pueblos. Hace 33 años, el sismo de 1985 fue el resorte de una reacción ciudadana sin precedentes, la sociedad civil asumió las tareas de rescate, auxilio y ayuda ante un Gobierno, el de Miguel de la Madrid, paralizado y rebasado por la situación.

Fue, coinciden los historiadores, el nacimiento de la “Cultura de Protección Civil”, aunque 32 años después se pudo comprobar que esa dolorosa lección no fue aprendida del todo y entre los escombros volvió a salir la cloaca de la corrupción de autoridades y constructores, de la negligencia y omisión pública, de la ambición de los constructores y del negocio -y robo- con los recursos destinados a los damnificados.

Tras el terremoto de 1985 se decidió que los edificios en la Ciudad de México tendrían una planeación antisísmica y vigilancia estricta de las autoridades. No fue así, muchos de construcción reciente se derrumbaron provocando víctimas. Otros más se desplomaron por los negocios que hicieron funcionarios con los propietarios, avalando permisos para medidas y pesos prohibidos, como el caso del colegio “Enrique Rébsamen”, donde quedaron sepultados 21 niños y cuatro profesores.

A un año de distancia no hay castigo para los culpables, una de ellas la exjefa de la Delegación Tlalpan, Claudia Sheinbaum, quien pese a ello fue elegida Jefa del Gobierno de la Ciudad de México en julio pasado.  ¡La votaron pese a los cadáveres de 21 niños que arrastra! Tal fue el resultado del sufragio de manera, irreflexivo y dependiente de una cuestionable inercia electoral que lleva a impresentables a cargos de poder.

También el cochambre salió en el manejo de recursos y programas del Gobierno Federal y de los gobiernos de los estados para ayuda a los afectados y la reconstrucción de viviendas e infraestructura urbana. Muchos funcionarios se robaron el dinero destinado a los damnificados o se usó para beneficiar a determinadas víctimas, sobre todo las que militan en un determinado Partido.

El mismo Partido de moda, el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) fue atrapado en la maroma de hacer transacciones de tipo electoral con el fideicomiso de ayuda a damnificados que integró para simular una solidaridad institucional hacia las víctimas. Con todas esas taras como sociedad y descrédito de las autoridades, otra vez rebasadas y exhibidas, se llega al primer aniversario de terremoto del 2017. No se aprendió de la lección de 1985.

Por cierto, el pronóstico que sí se cumplió a cabalidad es que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) perdería las elecciones presidenciales por la ineficacia del Gobierno para enfrentar la tragedia. Así ocurrió en 1988 y también sucedió el pasado primero de julio. Esa es otra de las coincidencias históricas de los sismos.

OFICIO PELIGROSO

Ser maestro, y sobre todo rural, es un oficio que se volvió peligroso desde hace más de una década en Veracruz. Los profesores que acuden a las poblaciones serranas han sido considerados héroes desde siempre, pero ahora ya se les puede reclasificar como osados y hasta suicidas por ser el blanco del crimen organizado. En estos días ha causado revuelo el caso de los docentes en la Sierra de Zongolica que no han acudido a laborar.

Lo anterior porque son víctimas de extorsiones, secuestros y hasta asesinatos. En algunos sitios el aventurarse a viajar diaria o semanalmente a las comunidades es tentar a la suerte por el riesgo de ser asaltados o algo más grave: ser asesinados o desaparecidos. Sin embargo, no es algo nuevo, pues desde el sexenio del innombrable las organizaciones criminales tuvieron el permiso para lanzarse sobre los maestros -igual que lo recibieron para cebarse sobre los migrantes-.

Todo empeoró durante el Gobierno de Javier Duarte, cuando el narco-gobierno se institucionalizó. Los que en su momento reporteamos el tema conocimos decenas de casos de profesores bajo el acoso permanente de los criminales.  A los que les iba mejor eran aquellos que tenían que ceder parte de sus quincenas como una especie de “derecho de piso” para no ser agredidos, pero los que no tenían tanta suerte eran secuestrados o de plano asesinados.

Por ejemplo, en febrero del 2012 había doce casos de maestros que tuvieron que ser cambiados de plaza de manera urgente para que no fueran asesinados por negarse a entregar ¡todo su sueldo! En este mismo período, a principios de año, por lo menos cuatro profesores habían sido plagiados. Los mentores o sus familiares acudieron a la Procuraduría de Justicia y a la Policía Estatal para exponer sus casos, pero resultó peor porque desde esas oficinas se informaba a las organizaciones criminales y de ahí venía la amenaza de muerte.

Todo esto escasamente se ventila en los medios de comunicación por el control que el duartismo tenía sobre la mayoría de la prensa. Tampoco hubo denuncias a voz de cuello del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), como ahora cuyos líderes se desgarran las vestiduras. En el sexenio pasado, el SNTE -y otros sindicatos estatales- prefería silenciar y hasta amenazar a los maestros para que no hicieran pública su situación, a fin de no incomodar al gobernante en turno.

Muchos sabían desde hace años de la vulnerabilidad de los profesores rurales, pero sólo hasta ahora lo ponen en altavoz, más por conveniencia personal o partidista que por una preocupación real por los maestros. Claro, lo anterior no exime a las autoridades actuales para cumplir con su deber y garantizar a los educadores su seguridad personal y laboral. Ellos son los formadores de las nuevas generaciones y dejarlos solos, a merced del crimen, es atentar contra el futuro de la sociedad.

Uno de los sitios con este problema es Soledad Atzompa, donde hay maestros que se niegan a acudir a las escuelas por el riesgo que representa. La Secretaría de Seguridad Pública ha ofrecido resguardo para el traslado de los mentores, pero esta es una medida emergente y obviamente temporal que no podrá mantenerse de forma permanente.

El caso de los maestros amenazados y agredidos es un botón de muestra de lo general. La vigilancia policiaca debe ser para ellos, pero también para todos. La seguridad en carreteras y caminos que conducen a zonas serranas es la clave para atender el problema que no se solucionará a corto ni mediano plazo porque lleva más de 13 años sucediendo, aunque los dos sexenios precedentes se escondió bajo el tapete.

LOS “CHIVOS EXPIATORIOS”

Vuelve a resonar mediáticamente la corrupción insultante del exgobernador Javier Duarte de Ochoa y su esposa, Karime Macías Tubilla, quienes se hicieron de un emporio inmobiliario con dinero robado a los veracruzanos y canalizado por medio de empresas ‘fantasma’. El diario Reforma publicó dos notas consecutivas sobre eso. Una, el lunes pasado dando a conocer que Karime Macías, prófuga en Reino Unido, compró en el 2015 una mansión de 7 millones de dólares en Coral Gables, un suburbio de alta plusvalía en Miami, Florida.

Ayer, el mismo rotativo hizo el recuento, basado en expedientes judiciales, de 90 propiedades -residencias, departamentos, ranchos, edificios, locales comerciales y hoteles- en Estados Unidos -Texas, Nueva York y Arizona- y Europa, concretamente en España. Cientos, quizás miles, de millones de pesos, se usaron para esas adquisiciones y fueron sustraídos de presupuestos para la salud, el combate a la pobreza, la educación y la seguridad pública.

Pero ni Karime ni Duarte deben estar muy preocupados. El próximo presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, ya los catalogó -al menos a Duarte en el 2017 cuando fue detenido en Guatemala- como “chivo expiatorio”, es decir, inocente de lo que se le acusa, así que seguramente el cordobés no tardará mucho en prisión ni perderá todas esas propiedades adquiridas con el latrocinio.

Por cierto, López Obrador acaba de catalogar en ese mismo estatus, de “chivo expiatorio” -o sea, inocente- a Rosario Robles, exsecretaria de Desarrollo Social y actual titular de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu) involucrada en la llamada “Estafa Maestra”, por medio de la cual se robaron más de 7 mil 600 millones de pesos en el sexenio que está por concluir.

Entonces, nadie debe sorprenderse si el tabasqueño termine por clasificar también como “chivo expiatorio” a la propia Karime Macías. Es parte de la “Cuarta transformación” de México que prometió. ¡Aja!

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