

AGENCIA
Veracruz, Ver.- Tenía solo nueve años cuando se convirtió en madre. Fue en 2013, en el municipio de Coscomatepec, cuando un hombre mayor embarazó a una niña cuya identidad permanece protegida. Su historia es solo una entre las 621 niñas veracruzanas que, hasta 2024, han vivido un embarazo infantil, fenómeno que los especialistas y activistas no dudan en llamar por su nombre: violencia sexual sistemática.
De acuerdo con el médico obstetra David Eduardo Velázquez López, se considera embarazo infantil cuando ocurre entre los 8 y 14 años, y embarazo adolescente de los 15 a los 19. Cada año, en México, unas 10 mil niñas son obligadas a ser madres, muchas veces sin entender lo que ocurre con sus cuerpos ni recibir la atención adecuada.
“Son historias que duelen. Muchas llegan marcadas por el abandono o el abuso. No entienden lo que está pasando”, expresó Velázquez López.
Datos que evidencian la violencia
Según la Secretaría de Salud de Veracruz, en lo que va de 2024 se han registrado:
- 6 nacimientos en niñas de 11 años
- 16 en niñas de 12
- 121 en niñas de 13
- 478 en niñas de 14
De los 621 embarazos infantiles documentados, solo 22 fueron producto de relaciones entre personas de la misma edad. En 400 casos, los hombres tenían entre 15 y 20 años, y 147 eran adultos mayores de 20, incluso de hasta 57 años. Muchos de ellos pertenecían al círculo cercano de las víctimas.
“Cada embarazo infantil es producto de violencia sexual. Son agresiones cometidas, en su mayoría, por hombres cercanos a la familia o al entorno de la víctima”, afirmó Araceli González Saavedra, de la asociación civil Equifonía, que acompaña a niñas embarazadas en Veracruz.
Los municipios con mayores registros de embarazos infantiles son San Andrés Tuxtla, Xalapa, Coatzacoalcos, Córdoba, Veracruz, Coscomatepec, Martínez de la Torre, Papantla y Perote.
Riesgos para la salud y el futuro
Los riesgos para las niñas embarazadas son severos. Pueden desarrollar preeclampsia, anemia, parto prematuro, desnutrición y requieren, casi siempre, una cesárea debido a su inmadurez corporal. Además, enfrentan un alto riesgo de depresión, ansiedad o trastorno por estrés postraumático.
“No se trata solo del cuerpo. Las secuelas emocionales pueden ser devastadoras. Necesitamos políticas públicas que protejan a estas niñas y les permitan decidir sobre su vida y su futuro”, añadió Velázquez.
El derecho a decidir, una posibilidad bloqueada
Desde 2021, Veracruz permite la Interrupción Legal del Embarazo (ILE) hasta las 12 semanas de gestación. Sin embargo, de cada 73 niñas embarazadas por violencia sexual, solo una accede a este derecho.
La activista Araceli González denuncia que esta baja tasa se debe a prejuicios del personal de salud, de fiscalías y de procuradurías municipales, así como a la desinformación entre familias y funcionarios.
“Muchas veces las familias están dispuestas, pero quienes deben orientar u operar los protocolos no saben cómo hacerlo”, explicó.
Equifonía ha lanzado la campaña “Protejamos a las niñas” para informar a las familias sobre sus derechos y opciones. En uno de los casos acompañados, la familia ya tenía a la niña en el hospital, pero el personal médico les negó el ILE con el argumento de que era “riesgoso”.
“Si hay riesgos físicos o psicológicos severos, lo recomendable es interrumpir el embarazo. En niñas menores de 15 años, esto es lo más común”, aseguró el doctor Velázquez.
Acciones del estado
El sector salud en Veracruz ha puesto como meta erradicar el embarazo infantil para 2030 y reducir significativamente los embarazos adolescentes. Para ello, ha implementado ferias, talleres y programas de educación sexual en 11 jurisdicciones sanitarias, además de grupos interinstitucionales en municipios como Huatusco, donde participan autoridades, sociedad civil y adolescentes.
No obstante, los especialistas coinciden en que las cifras no mejorarán sin combatir de raíz la violencia sexual, la impunidad y la omisión institucional que condenan a miles de niñas veracruzanas a una maternidad forzada. Una maternidad que, en lugar de ser una elección, es el resultado de un crimen.
