Agencias
Oaxaca, México – Tras cinco años de investigación, científicos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) lograron la primera imagen tridimensional del interior del Popocatépetl, uno de los volcanes más activos del mundo. La investigación permitirá identificar dónde se acumula el magma y mejorar los protocolos de seguridad ante posibles erupciones.
El proyecto, liderado por Marco Calò, del Instituto de Geofísica de la UNAM, combinó observaciones de campo, mediciones sísmicas y técnicas de inteligencia artificial para analizar el movimiento del magma, las rocas, los gases y los posibles acuíferos dentro del volcán.
El Popocatépetl, con 5.452 metros de altura, tiene un área de influencia crítica: en un radio de 100 kilómetros viven 25 millones de personas, y existen escuelas, hospitales y cinco aeropuertos que podrían verse afectados por una erupción.
Según Calò, los estudios previos mostraban imágenes incompletas y contradictorias. Para este proyecto se incrementó el número de sismógrafos de 12 a 22, permitiendo un monitoreo más detallado. Estos aparatos miden vibraciones del suelo 100 veces por segundo, generando datos que fueron procesados mediante algoritmos de inteligencia artificial adaptados específicamente para el Popocatépetl.
La tomografía sísmica 3D alcanza hasta 18 kilómetros bajo el cráter, mostrando diversas bolsas de magma a diferentes profundidades, intercaladas con material sólido, y revelando una mayor concentración hacia el sureste del volcán. Esto demuestra que la estructura interna es mucho más compleja que el clásico esquema escolar de un volcán con chimenea y cámara magmática.
Durante las expediciones, los investigadores instalaron y revisaron estaciones sismográficas, algunas cubiertas de ceniza o dañadas por rocas expulsadas durante pequeñas explosiones. La logística de trabajo en alturas superiores a 4.000 metros y sobre terreno cubierto de ceniza y lahar fue descrita como un verdadero desafío.
Para los científicos, estudiar el Popocatépetl in situ permite corroborar los datos obtenidos de forma remota y ofrecer información más confiable a las autoridades y la población sobre la actividad del volcán.
El equipo asegura que el proyecto no solo aporta certezas, sino que también genera nuevas preguntas científicas, como la razón de la mayor sismicidad en la zona sureste y sus implicaciones para la actividad volcánica futura.
Esta última expedición marca la culminación de años de trabajo, y el equipo se prepara para la publicación de sus hallazgos, que podrían revolucionar el entendimiento del Popocatépetl y servir como modelo para estudiar otros volcanes activos en México y el mundo.
“Es lo que te anima a empezar otro proyecto y seguir subiendo”, concluyó Karina Rodríguez, estudiante de maestría y miembro del equipo, reflejando la pasión que mueve a los científicos que estudian este gigante “majestuoso” que domina el paisaje central de México.


