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HIBRISTOFILIA

Superiberia

Por: Andrés Timoteo / columnista

¿Los veracruzanos son hibristófilos?”, preguntaba ayer un colega periodista de Barcelona al enterarse de que hubo quienes pintaron bardas dando la “bienvenida” al impresentable exgobernante Estatal y exCónsul en la ciudad catalana, despedido del servicio Diplomático luego de que se conociera que durante su administración se suministró agua destilada en lugar de medicamentos a pacientes con cáncer. “Parece que sí existe el realismo mágico de (Gabriel) García Márquez”, agregó con sorna.

 En efecto, se le respondió, si existe el realismo mágico en el País como en toda Latinoamérica –porque lo increíble llega a ser real-,  pero la hibristofilia  no la padecen todos los  veracruzanos, sino únicamente los priistas, los militantes del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Algunos de ellos, se le acotó, tienen muy avanzado ese trastorno y hasta esperan al innombrable como si fuera su Mesías.

Es más, dicen que llegará el sábado al aeropuerto local, Heriberto Jara Corona, donde lo recibirán con globos y batucada para llevarlo en procesión hasta la ciudad como si fuera un Santo Patrono.

Y el periodista catalán que se destornillaba de risa: “En España no andamos muy lejos, pero tampoco llegamos a tanto”, decía mustio –como si no se supiera el apoyo de muchos catalanes a los políticos del Partido Popular (PP), actualmente en el Gobierno y cuyos integrantes son tan pillos como los priistas-. “¿Lo pasearán como nosotros hacemos en Semana Santa con María Santísima de la Esperanza Macarena –virgen venerada por los catalanes-?”, agregó.  No lo dudes, hay pervertidos irredentos, fue la respuesta.

Pero, ¿qué es la hibristofilia? Es un trastorno mental que hace, al quien lo padece, sentir una atracción irresistible por los criminales y los grandes mentirosos. Ellos, los hibristófilos, no se enamoran ni sienten atracción sexual porque la persona sea atractiva físicamente, vista bien, sea culto o adinerado, sino por su comportamiento proclive a lo ilícito y entre más retorcido y maligno sea, más les provoca más placer. Así sucede con el innombrable en Veracruz, donde tiene admiradores que lo esperan gustosos.

La hibristofilia no es algo raro. Así como el innombrable tiene a sus clubs de fans –conocidos como “Killer groupis” en el argot médico-policiaco, y en el caso veracruzano la presidenta de sus  admiradoras es la oaxaqueña Carolina Gudiño, exalcaldesa de Veracruz-, también los han tenido otros criminales insignes en la historia.

Por ejemplo, a Charles Manson, uno de los asesinos en serie más famosos de Estados Unidos, quien en 1969 asesinó a siete personas, entre ellas a Sharon Tate -esposa de Roman Polanski- que tenía 8 meses de embarazo, recibe 60 mil cartas al año en la prisión, enviadas por miles de admiradoras que le declaran su amor y le piden matrimonio.

El mal siempre genera una enfermiza fascinación en algunas personas y entonces,  ¿Si Manson recibe miles de cartas de amor en la cárcel donde purga cadena perpetua, por qué al  innombrable no le van a pintar bardas con mensajes  de ternura o que incluso lo pidan como candidato a la Alcaldía porteña? Por otro lado, aun cuando no tiene el aval de la dirigencia nacional del PRI –aunque él mismo  ha filtrado entre sus corifeos que requirieron su operatividad electoral- el impresentable viene con la intención de meterle mano al tricolor en la Entidad al igual que ya lo hizo con el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), aunque  no llegará muy lejos, su desprestigio hundirá más el cascarón priista y su satélite.

Además, no se debe perder de vista que desde la cárcel no se puede operar ni movilizar sus huestes del mal. Eso le ha prometido el actual gobernante. ¿A poco creen que de verdad dejará que el innombrable haga y deshaga en Veracruz sin que apriete la pinza judicial en su contra? Sólo es cuestión de tiempo y qué mejor que esté cerca –si es que efectivamente incumple lo dicho de romper esa regla sagrada de los malhechores, de regresar a la escena del crimen- para pescarlo pronto sin tener que recurrir a la Interpol.

Por lo pronto, se sabe que en estos días se concretará la colocación de un nuevo presidente del Comité Directivo Estatal del PRI, acéfalo desde hace tres semanas cuando fue echado de allí el vetusto Amadeo Flores Espinosa. La versión es que el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) nombrará como delegado-dirigente a Carlos Aceves Amezcua, exdiputado local y exdirector del Colegio de Bachilleres del Estado de Veracruz (Cobaev), ya que por estar corriendo el proceso electoral no es posible celebrar elecciones internas.

Aceves Amezcua es sobrino de Carlos Aceves del Olmo, dirigente nacional de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), pero además es ahijado político de Rosa Borunda, la esposa del innombrable, o sea que es el tentáculo de la fidelidad. ¿Son o no son hibristófilos los priistas? Claro que sí.

Por cierto, el encarcelamiento del exgobernador de Nuevo León, Rodrigo Medina, la madrugada de ayer, por robarse más de 3 mil millones de pesos, hizo que le temblaran las corvas al innombrable, cuya fortuna personal, hecha con el erario veracruzano, superaría los 30 mil millones de pesos, en cálculos modestos. Frente al impresentable de Veracruz, el neoleonés es un malandrín de terracería.

EL MURO DE TRUMP

Lo que prometió el norteamericano Donald Trump está decidido a cumplirlo. Hace dos días firmó la orden para que se inicie la planeación para levantar un muro fronterizo con México, noticia que si bien resuena a nivel mundial no es sorpresa ni las murallas son algo nuevo. La historia reciente está llena de  esas vallas para tratar de frenar la “ola” migratoria de países pobres hacia naciones ricas, aunque hay casos excepcionales como las vallas del terror de la antigua Unión Soviética o el famoso Muro de Berlín. Esto porque ambos fueron levantados para que los pobladores no pudieran huir de esos países-prisión. El antecedente del muro de Trump es la muralla que el Gobierno británico comenzará a construir este año para impedir el ingreso de migrantes africanos y de medio oriente que llevan por el Canal de la Mancha. No obstante, lo del muro entre la frontera de México y Estados Unidos es un asunto más complejo y revelador de los tiempos.

Ya se ha dicho que actualmente en el mundo hay una “ola de derechización” en los sistemas gobernantes. La ultraderecha está tomando las riendas del poder y empapan a la población con un repudio a los otros, a los diferentes, a los migrantes, pues. El muro de Trump además de que es una medida  contra México y los otros países del Centro del Continente que mandan flujos migratorios a la Unión Americana, también es  un mensaje geopolítico que los ultraderechistas y ultranacionalistas reciben, procesan y se preparan a replicar.

Un mundo amurallado donde la gente no pueda moverse para “invadir” a una Nación más próspera es lo que representa la pared que construirá el Mandatario estadounidense. La semana pasada y al grito de “¡Libertad para Europa!”,  se reunieron en la ciudad alemana de Coblenza, los líderes de los partidos de ultraderecha de Holanda, Francia, Italia, Alemania, República Checa, Bélgica y Rumania, para formar una alianza regional el contexto de la renovación Presidencial de muchos de ellos que se verificará este año–Francia lo hace en una primera vuelta el 23 de abril- .

Muchos de los partidos de ultraderecha tienen posibilidades reales de acceder al poder y el entusiasmo se reforzó con la victoria de Donald Trump. “Ayer, una nueva América. Mañana, una nueva Europa”, fue lema del encuentro. El segundo elemento coincidente es el  discurso nacionalista, xenófobo y aislacionista. Pugnan, y es una de sus banderas electorales más fuertes,  por desbaratar el acuerdo de la Unión Europea y sobre todo las llamadas fronteras abiertas, es decir, limitar el tránsito de personas por todo el territorio Europeo.

Y a los argumentos de crisis económica y  robo de empleos por parte de los migrantes, se une el tema del terrorismo islámico. Ese mismo es otro argumento ideal para levantar muros en Europa, azotada desde el 2015 por una “ola” de atentados que han cobrado la vida a unas 300 personas.

En Estados Unidos, el equivalente de la amenaza del terrorismo es el narcotráfico, tocado en el discurso de Trump al firmar el acuerdo ejecutivo para que se inicie la construcción del muro fronterizo.

TODOS A PAGAR

Sin embargo, lo paradójico es que ninguno de los dos –ni el terrorismo ni el narcotráfico- se podrán detener con una muralla. Los terroristas ya están “sembrados” en las naciones Europeas, pues entre su población hay descendientes musulmanes –de aquellos países que han sido invadidos y martirizados- y allí nacieron y crecieron los llamados “lobos solitarios”, prestos a seguir el llamado de inmolarse contra los occidentales –aunque ellos mismos ya lo sean-.

En tanto, la retórica de que un muro frenará el tráfico de droga es más que hipócrita, pues Estados Unidos es el mercado más grande de estupefacientes y la actividad está sostenida por capitales poderosos de Norteamérica. ¿Un muro frenará a narcotraficantes y terroristas? Por supuesto que no, y mucho menos detendrá la migración de miles de personas que huyen de la pobreza, la violencia criminal o la guerra. Sí aumentará las penurias para ingresar a territorio estadounidense o europeo, pero no parará el flujo. Por eso los analistas prevén que antes de que inicie la construcción del muro fronterizo se dispare la “ola” de personas para cruzar el desierto o el Río Bravo, antes de que aparezcan los ladrillos. Es decir, en los próximos meses se alcanzaría un récord en el flujo de indocumentados. Ya cuando esté la muralla de pie se recurrirá al ingenio del necesitado: llegarán por mar porque Trump no puede amurallar las costas de su País, se escavarán túneles para burlar el muro o se tendrá que triangular la ruta migratoria, llegando a Canadá e ingresando de Norte a Sur hacia el suelo gringo. En resumen, costará más trabajo el emigrar, pero siempre será mejor a vivir condenados a la miseria y violencia que hay en México y otros países del Sur.  Por otro lado, aunque muchos se burlen –ignorantemente- de la sentencia emitida por Donald Trump sobre que los mexicanos pagarán la construcción del muro, el Mandatario norteamericano tiene la razón y los instrumentos para obligar a ello. Ya el portavoz de la Casa Blanca, Sena Spicer, anunció que se prepara una reforma fiscal para imponer un impuesto del 20 por ciento a las importaciones desde México. Claro, el gravamen lo cargarán a los exportadores –las empresas o productores mexicanos- pero además tiene otra pinza en las manos: gravar las remesas, o sea ponerle un impuesto al dinero que envían los mexicanos radicados en Estados Unidos a sus familiares en México. En el 2016 se recibieron alrededor de 26 mil millones de dólares en remesas, la mayoría por giro bancario o transferencia electrónica y si Trump ordena establecer un impuesto de 10 por ciento a esas remesas, anualmente recaudará 2 mil 600 millones de dólares para pagar material y mano de obra del muro. El muro no lo pagarán los políticos ni los funcionarios sino los mexicanos, y particularmente los trabajadores migrantes, los productores exportadores.  Por ello, también el muro de Trump es el  anticipo de que habrá más pobreza para los mexicanos porque recibirán menos remesas, y como se ha comprobado,  éstas se ocupan principalmente para la supervivencia: compra de comida, calzado, vestido y arreglos de vivienda. En el caso de las exportaciones, estas podrían disminuir y la falta de mercado se traducirá en menos fuentes de trabajo y más desempleo a nivel nacional.  Y claro, la precariedad es inevitable cuando se tiene a un asno entreguista gobernando a la Nación.

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