


Ciudad del Vaticano.- El Papa Francisco sorprendió a un grupo de sacerdotes romanos al confesar que siempre lleva en su pecho una cruz robada por él mismo hace muchos años a un cura fallecido.
Jorge Mario Bergoglio recibió en audiencia, en el Aula Pablo VI del Vaticano, a los miembros del clero de la capital italiana a los cuales les habló de la importancia de la misericordia.
Al final de su discurso, improvisando, contó la anécdota de su último adiós al padre José Aristi que trabajaba en la parroquia del Santísimo Sacramento de Buenos Aires donde confesaba no sólo a los fieles, sino también a muchos sacerdotes de la Arquidiócesis e incluso llegó a escuchar los pecados del Papa Juan Pablo II.
“En ese tiempo yo era vicario general y vivía en la curia, cada mañana temprano bajaba al fax para ver si había algo ahí. La mañana de Pascua leí un fax del superior de la comunidad que decía que el día anterior, media hora antes de la vigilia pascual, había muerto el padre Aristi, a 96 años”, contó.
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