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Sí se puede (y se debe) abrir las escuelas

Superiberia
  • Por Manuel López San Martín / columnista

En México, 4 millones de niñas y niños ya abandonaron sus estudios y quizá nunca regresen a ellos

Sólo una entidad en México permite clases presenciales: Coahuila. Decenas de escuelas ya abrieron. ¿La mejor noticia? No se ha reportado un sólo contagio dentro de los colegios.
En septiembre de 2020, países de Europa como Alemania y Francia, comenzaron su año escolar pese a las medidas de confinamiento por la segunda “ola” de contagios. En Japón, Suecia o Uruguay, fue antes. En Holanda, Italia, Bélgica y Dinamarca, los niños en primera infancia van a clases. En Sudamérica, de Argentina a Colombia, pasando por Bolivia, ya concretaron el retorno presencial a las escuelas tras casi un año de cierre. En Chile, los colegios se preparan; el gobierno definió que el 1 de marzo el regreso será mixto, gradual y voluntario. ¿Y en México? ¿Cuándo volverán las niñas y niños a clases presenciales?
Nadie habla de hacerlo como si el Covid estuviera controlado. No lo está. Pero cada vez lo conocemos más y hemos aprendido, en diferentes espacios de la vida pública –del transporte público a los comercios- a convivir con él. Con medidas sanitarias, grupos reducidos, horarios escalonados, privilegiando espacios abiertos y haciendo uso de la tecnología, ¿no sería posible reabrir los planteles educativos?


Las evidencias recogidas en el mundo demuestran que, con las medidas de seguridad necesarias, las escuelas no son focos de transmisión. Misma postura tienen organismos como la Unicef, OMS y Unesco. En Alemania, la canciller Angela Merkel ha sido de las voces más enfáticas: “las escuelas tienen que ser las últimas en cerrar y las primeras en abrir”.
Además de Alemania, países como Italia, Francia, España, entre otros, han tomado como prioridad mantener las escuelas abiertas con clases presenciales, comprendiendo las graves consecuencias que su cierre acarrea en los niños. El aumento de casos llevó a Alemania a un nuevo cierre total, pero el 7 de marzo comenzará la reapertura de actividades, y será primero con las escuelas.
Caso llamativo, Inglaterra: si bien aplazaron el regreso a clases presenciales luego de las vacaciones de fin de año, los colegios abrieron para los niños en primera infancia, dando prioridad a hijos de
trabajadores “esenciales”.
En Francia, después de clases presenciales interrumpidas, 12 millones de alumnos de todos los niveles volvieron a la escuela en septiembre de 2020. A semanas del regreso, sólo 80 planteles de 60 mil totales, cerraron: 0.13 %. Las clases se mantuvieron y, tras el receso por vacaciones de diciembre, los mismos 12 millones de alumnos de preescolar, primaria y secundaria volvieron el 4 de enero.
En Argentina, los colegios de Buenos Aires abrieron sus puertas el 17 de febrero con una combinación de clases presenciales y virtuales. Cerca de 370 mil estudiantes –de 785 mil en total- de educación básica retomaron clases en el aula.
En Bogotá, Colombia, el 15 de febrero iniciaron un retorno gradual y voluntario. Desde ese día y hasta el 12 de abril, volverán paulatinamente dando preferencia a menores en primera infancia y con horarios escalonados, aforo controlado y medidas sanitarias.
En Sao Paulo, Brasil las clases comenzaron el 8 de febrero. Más de 4 mil 500 escuelas abrieron sus puertas con restricciones para recibir hasta 35 por ciento de alumnos.
En diciembre de 2020, Joe Biden prometió reabrir la mayoría de las escuelas. Hace un par de semanas, repitió que la mayoría, desde preescolar, abrirán de manera total en sus primeros 100 días de gobierno.
¿Y en México? ¿Cuándo? ¿Cuál es la ruta? ¿Cuál es la estrategia? ¿La hay? No parece. Las autoridades no consideran a millones de niñas y niños prioridad.


En abril, los niños de más de 194 países se encontraban desescolarizados; 91% de los estudiantes de todo el mundo. Esto ha ocasionado un daño incalculable en el aprendizaje y el bienestar de los niños a nivel mundial.
Más de mil 200 millones de menores dejaron de ir a la escuela en algún momento de 2020. México es uno de los pocos países donde el cierre ha sido total durante 11 meses. Unos 30 millones de estudiantes dejaron de asistir a colegios.
El 94% de los países implementó alguna política de aprendizaje a distancia. Sin embargo, al menos el 30% de los estudiantes –alrededor de 450 millones– no pudo acceder a las clases remotas, lo que provocó una “emergencia educativa a nivel mundial”, alertó Unicef hace meses.
“El cierre de escuelas no sólo impide aprender, sino que expone a los menores a riesgos como abusos, trabajo infantil, trata de personas, enfermedades, embarazo adolescente, explotación sexual, desnutrición y deserción”, ha dicho Margarete Sachs-Israel, asesora regional de educación de Unicef para América Latina y el Caribe. 
En nuestro país, Mexicanos Primero, con datos de la SEP, apunta que unos 4 millones de niñas y niños ya abandonaron sus estudios y quizá nunca regresen a ellos. 


A contracorriente, hay una entidad del país donde sí se permiten clases presenciales: Coahuila. La autoridad educativa estatal levantó las restricciones a colegios particulares. El esfuerzo que han realizado escuelas como el Colegio Inglés, en el que 60% de sus alumnos asisten, o el Panamericano, al que van 35% de los estudiantes, deben ser ejemplo nacional. Unas 130 escuelas, desde agosto, pudieron reabrir.
¿La mejor noticia? No se ha reportado un sólo contagio dentro de las escuelas.
El modelo es híbrido: clases presenciales y a la distancia. Y es optativo: padres de familia deciden libremente enviar o no a sus hijos. La autoridad educativa puso estrictos protocolos, como distanciamiento
social de cuatro metros entre alumnos, y uso de cubrebocas y caretas para
profesores. Funciona.


Si las escuelas no comienzan pronto a reabrir, estamos ante una posible catástrofe generacional.
“Pese a todo lo que hemos aprendido sobre el Covid, el papel de las escuelas en la transmisión comunitaria y las medidas para mantener a los niños seguros en la escuela, nos estamos moviendo en la dirección equivocada”, dijo Robert Jenkins, jefe de Educación de Unicef el 7 de diciembre pasado. Afirmó que las pruebas han demostrado que las escuelas no son puntos de propagación.
“La experiencia durante la pandemia ha dejado claro que los beneficios de mantener las escuelas abiertas superan con creces los costos de cerrarlas”, aseguró. E instó a evitar cierres
nacionales.
“En algunos casos, los cierres son nacionales en vez de localizados y los niños continúan sufriendo impactos devastadores en su aprendizaje, bienestar mental y físico y su seguridad”, señaló. En México, el mensaje no encuentra eco.
La OMS publicó el 18 de octubre el documento “Qué sabemos sobre la transmisión de la Covid-19 en escuelas”. La conclusión obligaría a las autoridades a redireccionar la “estrategia”: las escuelas no son foco de contagio.


Hemos tenido 11 meses para preparar la infraestructura educativa para la vuelta a las aulas. Pero ahí también ha fallado el gobierno. En nuestro país, uno de cada 5 planteles escolares no tiene ni agua potable. ¿En qué se ha ocupado la autoridad educativa estos meses, sino en patear la pelota lejos, para no entrar a fondo al tema?

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